Algeciras no te escondas: Cuesta renunciar

No penséis ustedes que he aprovechado la Semana Santa para irme de vacaciones, la he invertido básicamente en trabajar en un nuevo proyecto “algecireño” el cual no voy a tener reparo en publicitar hasta la saciedad en esta sección cuando llegue el momento. Así que, dejar constancia de que he pasado las fiestas trabajando y no de cachondeo es una de las causas por las que voy a recibir a la madrugada del domingo delante del teclado. Otro de los motivos es que la vida bohemia me suele sorprender con veladas de insomnio y mañanas que empiezan al mediodía. Una noche sin dormir puede dar mucho de sí cuando decides no pasarla viendo la teletienda.Pero la principal razón por la que me encuentro aquí en este momento escribiendo es porque tú estás ahí, en este momento, leyendo. Porque esta cita semanal con la población algecireña, que no empezó como una obligación ni como un compromiso, es ya una satisfacción a la que me cuesta renunciar. Por eso me planto aquí con toda la cara a escribir sobre nada en concreto, a saludar a mis vecinas y vecinos, a invitarles a amar esta ciudad que es ni más ni menos que el escenario de nuestras vidas.En contra de lo previsto, Morfeo se ha propuesto seducirme esta noche así que no alcanzaré el mínimo de setecientas palabras que me propongo cada semana. Sé que lo bueno, si breve, dos veces bueno. Aunque también estoy convencido de que lo malo, cuanto menos dure, mejor.

Sr. Gilmore

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