“Querida mamá: Han pasado dos días desde que te fuiste. No está siendo fácil para ninguno de nosotros, eras el pilar de nuestras vidas, lo sabe todo el mundo y tú la primera. Nunca he sentido tanto dolor dentro de mí, pero intento reprimirlo siempre. Hemos tenido infinidad de conversaciones madre-hijo, como es normal, pero ha habido temas que se han repetido más de una vez: los funerales. No se me olvidará cómo siempre me contabas con envidia sana cómo celebraban muchos amigos tuyos la muerte, y no era otra forma que recordar con la mayor felicidad posible los buenos momentos vividos con esa persona. Y es un ejercicio que intento hacer conmigo mismo: sentirme orgulloso de la madre que he tenido y de lo feliz que he sido a su lado. No puedo evitar recordar momentos y momentos constantemente.” “No te mentiré, aún no he llegado al punto de ser feliz haciéndolo, pero lo conseguiré, porque sé que es lo que tu quieres. Son muchos momentos y recuerdos que llegan estos días, que siempre hemos recordado con una felicidad tremenda: cuándo os pregunté a ti y a papá como entraba la cigüeña por la puerta de la habitación, tardes con el Tito Paco… son cosas que nunca olvidaré, y de las que eres la figura principal en cada uno de esos recuerdos. Recuerdo nuestra última charla por teléfono en aquella noche que nos dejaste, en la que una vez más te ponías en mi lugar y me pedías que me fuera de viaje con mis amigos.” “Ahora me duele recordarlo pero llegará el día en el que desde arriba verás orgullosa cómo todo esto lo recuerdo con felicidad rodeado de los que más has querido. Pero no te fuiste sin dejarnos tu verdadero reflejo en la tierra, nuestra Bertita, que cuidaré y querré más si cabe y de la que sinceramente no podía imaginar que estaría tan orgulloso de tenerla como hermana en estos momentos: ha actuado como tú lo harías si estuvieses todavía aquí: con una entereza inhumana, con el único objetivo de estar fuerte de cara a la familia para que no suframos. Cuando la miro a los ojos te veo y me ayuda a sentirte cerca.” “Mi único objetivo a partir de hoy es rendirte homenaje como tú lo harías: y eso no se traduce en ser ningún periodista de prestigio ni superarte ni nada que ver con mi persona. Consiste en intentar hacer feliz a los que me rodean y por los que tú has dado tu vida hasta el último día. Porque creo que la última lección que aprendimos juntos es que la felicidad solo existe cuando es compartida.” “Solo te queda descansar después de dar tu vida por los que te rodean.” “Te quiere tu niño, tu tesoro, tu vida. Hasta siempre mami.” Su hijo, de 20 años, que también estudia periodismo tal y como hizo su madre, nos recuerda en sus palabras a una gran mujer, no solo profesionalmente si no en su vida cotidiana, con su familia. Prueba de como conmovió a los presentes la carta es el tuit que puso más tarde Manuel Campo Vidal “Enternecedora la carta a Concha G. Campoy que ha leído su hijo Lorenzo. Los asistentes al funeral nos hemos puesto en pie aplaudiendo”. Nos ha dejado una de las grandes, que mostró y animó a todas las mujeres como de profesionales podía ser la mujer en el trabajo en una época en la que no era común esta idea. Desde Chance te decimos adiós, Concha.