Algeciras vivió una noche para el recuerdo, y el ojo preciso del fotógrafo Tomoyuki Hotta estuvo allí para inmortalizarla. En el corazón cultural de la ciudad, Central se convirtió el pasado fin de semana en un crisol de energía creativa gracias al evento organizado por Swing Mode Collective y el inconfundible DJ Kingtana.
La velada fue una oda al ritmo, al cuerpo y a la identidad. Entre luces tenues, texturas analógicas y movimiento sincopado, Hotta no solo documentó lo que ocurrió: captó lo que se sintió. Su reportaje fotográfico —crudo, elegante, honesto— refleja con intensidad lo que sucede cuando la música y la danza se encuentran con un público entregado.
Swing Mode Collective, con su fusión de swing, jazz y house contemporáneo, convirtió el espacio en una pista donde lo vintage se encontró con lo urbano. No era una fiesta cualquiera: era una declaración de intenciones, una escena alternativa que cobra fuerza en la comarca y que apuesta por propuestas con alma.
Y cuando DJ Kingtana tomó el control, el pulso de Central cambió. El groove se volvió más denso, más electrónico, sin perder la esencia orgánica de la noche. Su selección musical, refinada y atrevida, mantuvo viva la conexión con el público hasta el último track.
Tomoyuki Hotta supo moverse como un bailarín invisible entre la multitud, capturando miradas, pasos, silencios entre beats. En sus imágenes se respira el sudor de la pista, la complicidad de las miradas, la elegancia de los cuerpos en movimiento. Su trabajo trasciende el mero registro: es memoria viva de una escena que está creciendo con fuerza en el Campo de Gibraltar.
Este evento en Central no fue solo un espectáculo; fue una señal de que hay vida, cultura y vanguardia en la noche algecireña. Y gracias a la mirada sensible y respetuosa de Hotta, quedará registrado como uno de esos momentos que merecen ser contados una y otra vez.
Algeciras vibra. Central late. Y Tomoyuki Hotta lo ha capturado para siempre.
