El juez de la Audiencia Nacional Joaquín Gadea ha dado por finalizada la instrucción del presunto yihadista de Algeciras (Cádiz) que terminó con la vida del sacristán Diego Valencia el 25 de enero del pasado año y ha firmado el escrito de conclusión de sumario. El marroquí Yassine Kanjaa se enfrenta ahora a prisión permanente revisable por un delito de asesinato terrorista y a otro de lesiones terroristas castigado con hasta 15 años de cárcel. Será la Sala de lo Penal la que determine la calificación exacta por este asesinato en las próximas semanas.
En un escrito del pasado 11 de enero –al que ha tenido acceso El Independiente–, el juez de refuerzo del Juzgado Central de Instrucción número 6 del órgano señala que “se da por terminada la fase de sumario […], manteniendo la situación personal de Yassin Kanjaa en situación de prisión provisional”. Gadea considera que debe permanecer en un centro penitenciario hasta que se celebre el juicio y, dado que la pena prevista puede superar los nueve años de cárcel, el magistrado eleva el asunto a la Sala de lo Penal que es la que debe poner el punto y final en los sumarios de este tipo.
Kanjaa, de 26 años, ha tratado de demostrar durante este año de investigación que su motivación no fue yihadista, sino que asesinó a machetazos al sacristán de la Iglesia de Nuestra Señora de la Palma como consecuencia de problemas psiquiátricos. Sin embargo, el juez tiene una teoría distinta y considera que este extremo debe resolverse en la fase del juicio.
La última vez que acudió a la Audiencia Nacional fue el pasado 10 de enero porque era el fleco final que quedaba para finalizar la instrucción. Allí se negó a declarar y se limitó a decir que no estaba de acuerdo con su procesamiento y que está tomando la mediación que le fue prescrita.
La Policía cree que se radicalizó
La Comisaría General de Información de la Policía Nacional que ha estado a cargo de las pesquisas incautó cerca de diez teléfonos móviles al presunto terrorista (casi todos inservibles). De ahí pudieron extraer la mayor parte de pruebas que terminaron involucrando al marroquí.
Su teléfono contenía un total de 291 archivos de audio que, según el sumario que fue desgranando este medio, contenía datos que evidenciaron una “radicalización exprés” del joven al yihadismo. Un día antes del asesinato, el 24 de enero de 2023, Kanjaa envió a una de sus tías una grabación de voz de 15 segundos en la que le pedía que rezara “más de lo habitual”. Ese mismo día se dirige a otro amigo: “¿Y tú vas a la mezquita? ¿La llenáis? Tenéis que llenar las mezquitas amigo y rezar a tiempo ¿Me entiendes?”.
Tras su detención, declaró ante el juez que fue a por el arma con el que atacó al sacristán por una “revelación divina”. En uno de los informes psiquiátricos que obran en el sumario, Kanjaa reconoce que “eligió el machete para realizar los ataques porque con la espada ha venido el Islam y con la espada se ha propagado el Islam”.
Para la Policía es claro el corte radical del ahora procesado, mientras que su defensa se construye sobre los cimientos de la enfermedad mental. En uno de los análisis forenses, el psiquiatra deja claro que Kanjaa presenta “un cuadro psicótico que cursa con delirios de probable filiación esquizofrénica” y que cuando cometió el ataque “presentaba una descompensación psicótica aguda”. Él llegó a manifestar a los psiquiatras que en la cárcel estaba “rodeado de demonios”, aseguró que sí volvería a hacer lo que había hecho y dijo no arrepentirse de haber acabado con la vida del religioso.
El marroquí que hasta hace unas semanas estaba en un centro psiquiátrico penitenciario en Sevilla ha sido trasladado a la cárcel de Huelva, según explican fuentes jurídicas. El siguiente paso será esperar a conocer cuántos años de internamiento le pide la Fiscalía y la Sala de lo Penal.