En Tarifa, hacer marca no es una frase hecha: es una actitud, una manera de entender el lugar, sus posibilidades y su futuro. Por eso, propuestas como la de El Santo tienen un valor que va más allá de una cena. Son pequeñas semillas que fortalecen la identidad gastronómica de la ciudad y muestran que Tarifa no solo es playa, viento y verano; es también sabor, talento y hospitalidad los doce meses del año. El Santo recuerda que Tarifa es un Destino Gastronómico incluso fuera de temporada.
En una noche lluviosa, cuando el plan fácil habría sido quedarse en casa, todas las sillas terminaron ocupadas. Comensales de distintos ámbitos profesionales se reunieron alrededor de una mesa para escuchar, probar y conversar. Una velada pensada para compartir, descubrir y abrir vías de colaboración. Porque cuando la gastronomía se entiende como encuentro, el valor se multiplica.

Al frente de la cocina, Juan Chazo, chef de técnica depurada y sensibilidad clara por el producto, condujo la experiencia voz y plato en mano. Su discurso fue también parte del menú. Explicó origen, intención, detalle y ritmo. Cada bocado se presentaba como un capítulo de una historia que tiene su raíz en la tradición pero mira sin miedo a la contemporaneidad. El resultado no bajó del sobresaliente.
La propuesta que se degustó fue esta:
Croquetas de morcón de lomo ibérico
Dados de salmón marinado y vinagreta asiática
Tiradito de atún con picada mediterránea y mayonesa japo
Mejillón Bouchot con toque picante
Dúo de langostinos salvajes y gambas rojas
Arroz ibérico de presa y abanico con crujiente de su corteza

Una carta que revela la esencia culinaria de Chazo: precisión, pasión y un respeto absoluto por el sabor auténtico. Su cocina es cercana, honesta y elegante. Una invitación a disfrutar sin artificios, solo desde la verdad del producto y la maestría del oficio.
Pero la experiencia en El Santo no se detiene en los fogones. El espacio, cálido y versátil —con mesas altas en terraza y ambiente más recogido en el interior— habla de una Tarifa que evoluciona sin perder su alma. Aquí se viene a comer, sí, pero también a conversar, a encontrarse, a construir.
La responsable del proyecto, May, lo expresó con claridad: la filosofía es “sumar”. Colaborar, compartir, crear comunidad. Entender que hacer de Tarifa un Destino Gastronómico es tarea colectiva. De quienes cocinan, de quienes atienden, de quienes cuentan, recomiendan y apoyan.
Iniciativas como esta muestran el camino: cuando hay visión, compromiso y gusto por hacer las cosas bien, la marca Tarifa se fortalece. Y lo hace desde la mesa, desde el encuentro, desde el sabor que deja huella.
Porque Tarifa no se visita solo.
Tarifa se vive.
Y se saborea.
























