Las declaraciones del presidente francés Macron, apelando al confinamiento y afirmando que “estamos en guerra” no hacen sino subrayar esta situación a la que no escapa ningún rincón del planeta, y en la que toca poner lo que esté en nuestras manos por ayudar a nuestro país a salir del atolladero.
El esfuerzo debe centrarse ahora en atender a las recomendaciones oficiales, del Ministerio de Sanidad, para seguir sus indicaciones en cuanto a precaucaciones. A ello se suma la enorme contribución que los ciudadanos estamos haciendo respetando el confinamiento y ayudando a no crear más situaciones que puedan aumentar la propagación de los contagios.
Nos va la vida en ello. Literalmente. Evitar los colapsos en los hospitales y los recursos asistenciales del Estado es crucial en una batalla en la que los profesionales sanitarios son nuestra última barrera frente al virus. Su resistencia, será la nuestra. Por eso, nuestra ayuda ahora mismo es indispensable para salvar vidas. Y pasa por permanecer en nuestras casas y por no acudir a los servicios saniarios salvo en cuadros de gravedad.
La respuesta que está dando el Campo de Gibraltar es ejemplar. La población ha entendido la gravedad de la situación y ha respondido de forma masiva con un cumplimiento escrupuloso del confinamiento y de las normas del Estado de Alarma. Pese a ello, hay que seguir lamentando las excepciones, las que aún podemos ver en la calle generando un riesgo que nos perjudica a todos. Es la hora de estar a la altura. Es la hora de luchar por la vida de nuestra gente. Y no respetar el confinamiento es un grave acto de irresponsabilidad y de temeridad.
En esta situación, este editorial no puede sino deterse un momento en quienes, por obligación, no pueden permanecer confinados, y tienen que aportar aún más en esta cruenta batalla contra el virus. Médicos, enfermeros, sanitarios, policías, bomberos, voluntarios de Protección Civil, barrenderos, repartidores, farmacéuticos, reponedores o cajeros se han converitdo en auténticos héroes.
Porque el valor de mantenerse, protegidos, en sus puestos de trabajo, para garantizar la cadena de suministro o la salubridad de las calles es también una lucha en primera línea para ayudarnos a todos a sobrevivir.
Esperamos que puedan ustedes disculpar el tono de este editorial. Pero estamos en guerra. Es la hora de estar a la altura.