Una mujer camina, mientras habla por el móvil, en busca de una farmacia de guardia. Llega a uno de los pasos de peatones que atraviesa la avenida Blas Infante, desde la calle Ancha hacia las Fuerzas Armadas. No se ve ni un alma. La mujer cruza pero, cuidado, el semáforo estaba en rojo. La ve una agente de policía. La amonesta, de momento, verbalmente. Discuten. Resultado: 200 euros de multa. Sí, efectivamente, la misma sanción que si la señora se hubiera saltado un semáforo en rojo al volante de un coche o si hubiera aparcado un vehículo en doble fila obstaculizando el tráfico. El caso es que el agente consideró que la señora cometió una infracción tipificaba como grave contra el punto 5.A del artículo 145 del reglamento general de circulación. Ella, la multada, está indignada. Se llama Anabel cerezo y se da la circunstancia de que es profesora titular de Derecho penal y Criminología en la Universidad de Málaga, además de subdirectora del Instituto de Criminología. “El lunes se lo contaré a mis alumnos, pero la verdad es que no sé cómo”, explica, enfadada porque sostiene que, aunque es cierto que cruzó en rojo, no existía en ese momento “riesgo para la seguridad vial porque por allí no había ni más peatones ni más coches”. Aunque es bastante insólito, hay casos similares en España. Ocurrió en 2011 en Soria y Vigo y en Sevilla en 2012 a un grupo de jóvenes. Hay ciudades que han emprendido campañas para evitar que los peatones crucen en rojo, como Bilbao, pero las multas van desde los 18 euros a los 90, casi nunca 200. La Incómoda: ¿Su opinión?