¿Un Papa marxista? Por: Ángel Luis Jiménez

 

El pasado sábado, el Papa Francisco pidió a los grupos financieros y organismos internacionales de crédito, en su cuarto mensaje colectivo desde 2014 a los Movimientos Populares, la condonación de las deudas de los países pobres para garantizar las necesidades básicas de su gente y dijo “condonen esas deudas tantas veces contraídas contra los intereses de esos mismos pueblo”. 

En su mensaje telemático también argumentaba: “Es justo luchar por una distribución humana de estos recursos. Y es tarea de los Gobiernos establecer esquemas fiscales y redistributivos para que la riqueza de una parte sea compartida con equidad sin que esto suponga un peso insoportable, principalmente, para la clase media”. 

El Papa, que participaba en ese día en el IV Encuentro Mundial de Movimientos Populares, apoyó la creación de un ingreso básico universal y la reducción de la jornada laboral de cara a la postpandemia del coronavirus. Así como la eliminación de patentes farmacéuticas y el fin del neocolonialismo, cuyos conflictos deberían resolverse en instancias multilaterales como el de Naciones Unidas. 

El Papa se alineo con las exigencias de los Movimientos Populares denominadas “3T” (Tierra, Techo y Trabajo). “Considero que son medidas necesarias, pero desde luego no suficientes. No resuelven el problema de fondo, tampoco garantizan el acceso a la tierra, techo y trabajo en la cantidad y calidad que los campesinos sin tierras, las familias sin un techo seguro y los trabajadores precarios merecen”. 

El encuentro de ese sábado en Roma ha sido el cuarto entre el Papa y los representantes de los Movimientos Populares de todo el mundo, tras las reuniones de 2014 y 2016, en el Vaticano, y de 2015 en Santa Cruz de la Sierra, en Bolivia. Estos movimientos aglutinan entre otros a trabajadores de la economía informal o marginal, cartoneros, agricultores… 

De todos modos, Francisco dice que las propuestas “tampoco van a resolver los enormes desafíos ambientales que tenemos por delante”, pero las mencionó “porque son medidas posibles y marcarían un camino positivo de orientación”. También pidió “un gesto de humanidad y permitan que cada país, cada pueblo, cada ser humano tenga acceso a las vacunas. Hay países donde sólo el tres o el cuatro por ciento de sus habitantes fueron vacunados”. 

En la misma línea, instó “a las grandes corporaciones extractivas, mineras, petroleras, forestales, inmobiliarias, agro negocios, que dejen de destruir los bosques, humedales y montañas, dejen de contaminar los ríos y los mares, dejen de intoxicar los pueblos y los alimentos”. 

Francisco también exigió el fin del comercio de armas y de “los discursos de odio, el grooming, las fakenews, las teorías conspirativas, la manipulación política”. Y solicitó a los gigantes de las telecomunicaciones que liberen “el acceso a los contenidos educativos y el intercambio con los maestros por internet para que los niños pobres también puedan educarse en contextos de cuarentena”. 

Finalizaba el Papa su mensaje diciendo: “Quiero pedirles en nombre de Dios a los países poderosos que cesen las agresiones, bloqueos, sanciones unilaterales contra cualquier país en cualquier lugar de la tierra. Llenemos el mundo de esperanza” 

Estos mensajes del Papa Francisco parecen evidenciar un viaje hacia el marxismo desde el cristianismo, porque llega a las mismas conclusiones que los marxistas. Ahora leo todos sus mensajes y encíclicas con mucho interés, y comparto sus postulados desde las mismas raíces cristianas. Además, el Papa sostiene que los grandes problemas de nuestro tiempo son la pobreza, la igualdad, el trabajo y el cambio climático. 

El Papa Francisco está rompiendo moldes. Vive de forma diferente el aislamiento tradicional de los Papas. Su cercanía a la gente es sencilla y afectiva. Su lenguaje directo y comprensible. Refleja y transmite alegría y esperanza. Mira con honestidad y sin miedo los signos de los tiempos. No teme equivocarse y es profundamente humano. 

El Papa prefiere una Iglesia herida y manchada por salir a la calle, antes que una Iglesia encerrada y aferrada a sus propias seguridades. Francisco cuando habla de periferia habla de límites. “Se ve mejor desde la periferia que desde el centro… “Se descubre una realidad distinta desde ella”. 

Dicen que el Papa es marxista, de izquierdas. Por eso, no todos los católicos están de acuerdo con él. Entre los que se oponen abundan los que, de una forma o de otra, se lamentan de lo que dice y hace por renovar esta Iglesia anquilosada en el tiempo, sobre todo cuando lanza el mensaje de que “el cristiano si no es revolucionario, no es cristiano”. Posiblemente algunos también digan que este artículo de opinión es “evangelizador”, pero qué más da a mis ochenta años. 

 

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