Ni galgos ni podencos; es un caso que huele mal. José Hidalgo de Castro

Escuchando a los miembros del Partido Popular, con respecto al comportamiento del Sr, Ayuso, hermano de la Presienta de La Comunidad de Madrid, decir que no hay nada ilegal en su comportamiento, parecen que no han entendido nada, o que cojen el rábano por donde mejor lo pueden sacar de la tierra, para mayor beneficiarse.
Y, habría que empezar explicándoles que, existen hechos morales e inmorales, y que no tienen que ver, aunque a veces coincidan, con el derecho.
Mientras al derecho lo conforma las normas que regulan las relaciones humanas y, cuyo no cumplimiento puede ser castigado, la moralidad publica, la moralidad política, tiene más que ver con los valores individuales, que se forjan y se proyectan, mediante las maneras con las que cada cual realiza unas acciones, en situaciones concretas.
Ente caso concreto, no debe interesarnos si el hermano de la presidenta cobró 8 o 9 €. o si lo cobró a A o lo cobró en B, la cantidad es lo de menos, lo que importa es el hecho y los valores de los que están revestidos el que hizo tal acción, como los que lo defienden amparándose en la legalidad. 
Que, en un momento de desesperación nacional, con muchos muertos diarios, se relajen las normas de contratación del Estado, pudiéndose hacer a dedo tales contratos, la Comunidad de Madrid escoja, para realizar uno de ellos, a una empresa de un conocido de la presidenta y, que para dicha empresa trabaje su hermano (qué casualidad), al que se le pagó un montón euros, se coja el rábano por donde lo cojan, la cosa está muy alejada de oler bien, por mucho que la Sra. Ayuso se vista con la última moda y se perfume con la mejor colonia.
Que esto es legal, puede ser sí o puede ser que no, ya lo dirán los que investigan el caso, pero lo que sí se demuestra con ello, son los valores tan pobres que los acompañan. 
La Sra. Ayuso no se ha enterado que los votos por los que hoy ostenta la Presidencia de Madrid no son papeletas que le han venido del cielo, no, mire usted, son trozos de confianza de unos ciudadanos para los que es un modelo para seguir, según creyeron en su momento. Se ha parado a pensar en el daño moral que ha podido causar, no sólo a los que creyeron en Ud. sino, al propio sistema democráticos. Y esto no sirve para Ud. sola y su partido; sirve para todos los que a la cosa pública se dedican, que por desgracias no son pocos, que creen que el cargo es una patente de corso.

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