La cuestión de Marruecos. Por Ángel Luis Jiménez

“No vemos que reina la oscuridad, porque vivimos entre tinieblas” decía la viñeta de El Roto en El País del domingo. Entre tinieblas está todo lo que afecta a nuestras relaciones con Marruecos, y en la sombra el porqué del extraordinario giro que supuso en nuestra política exterior el reconocimiento de la soberanía marroquí sobre el Sahara.

Dicho lo anterior, como ciudadano del Estrecho, me gustaría saber qué piensan las distintas fuerzas políticas españolas al respecto. Tampoco sé, y me gustaría conocer, cuál es la opinión de los distintos grupos sobre el envío de armas pesadas a Ucrania y, su actitud general ante este conflicto bélico. Podemos adivinarlo, pero desconocemos el tipo de argumento del que se valdrían unos y otros partidos del parlamento para iluminar esta cuestión. Lo mismo ocurre con nuestras relaciones con Marruecos.

Las posiciones políticas solo se debilitan cuando se hurta a la sociedad las explicaciones en el marco de un debate parlamentario, no cuando la discusión y el debate expone ante los ciudadanos las causas que la justifican y que obligan a su vez a los partidos a fijar su posición en política exterior, aunque la responsabilidad sea del Gobierno. Inclusive esa puede ser la vía para que la ciudadanía no olvide que vivimos una guerra en el continente y unas relaciones con Marruecos que oscilan de forma pendular entre el conflicto y la cooperación.

Este posicionamiento resulta cada vez más necesario tras las palabras de la presidenta Ursula von der Leyen en la cumbre europea de Kiev: “el futuro de Ucrania está en la UE por exigencia de su seguridad”. Palabras que transmiten la idea de una “Europa geopolítica” de la que ya hemos oído hablar otras veces y que postula otra ampliación hacia el Este. Pero, cómo será el futuro de Europa y, por supuesto, de España, en este nuevo escenario. Porque con la política exterior pasa como con la de andar por casa: si no te adueñas de un espacio, otros lo ocuparán por ti. Y España se juega mucho en todo esto.

La ampliación al Este cambió la naturaleza de la Unión Europea, favoreciendo la expansión del mercado interior alemán y desviando recursos y atención hacia las regiones que la protagonizaron. Esta ampliación convirtió a la península Ibérica en el área más periférica del continente. España dejó de recibir más de 22.000 millones de euros de los fondos de cohesión mientras se enviaban más de 123.000 al Grupo de Visegrado (Eslovaquia, Hungría, Polonia y la República Checa). Y no podemos olvidar los resultados ambivalentes en los casos de Polonia o Hungría. Así que ante la próxima ampliación, es necesario preguntar qué supondrá para nosotros.

Si Francia y Alemania deciden que nuestra seguridad exige la ampliación, España debe introducir sus intereses y visión geopolítica en la agenda europea, lo que se traduce, por ejemplo, en imponer un escenario de relaciones con el Magreb mucho más fuerte y consistente. El desplante de Mohamed VI en la reciente cumbre España y Marruecos, da una imagen clara de la compleja relación con dicho país: pero se trata de un asunto comunitario, no exclusivamente nacional.

Ahora que hablamos de “Europa, capital Kiev”, recordemos que los principales retos de la Unión Europea (el cambio climático, la seguridad, la desigualdad) suponen un mayor desafío desde el Sur que desde el Este, una idea que debe oírse alto y claro a través de la voz de España en el nuevo proceso de ampliación.

España no sólo debe apoyar las líneas fijadas por el eje franco-alemán con la guerra, y enviar tanques, sino que debe hacer valer su posición demandando que la política de vecindad Sur tenga una “visibilidad comparable a la que se da a los Balcanes occidentales”.

Ser ambiciosos respecto a las relaciones con una región estratégicamente clave para la estabilidad y el desarrollo de la Unión Europea debe implicar serlo también en nuestra política exterior. Los cambios que la guerra está provocando en Europa de compromisos y sacrificios deberían hacernos entrar en la conversación geopolítica. Y el Gobierno debería saberlo, pero Europa debería tenerlo también muy en cuenta.

2 respuestas

  1. Pues es verdad no sabemos nada de todo este asunto, pero lo que sí tenemos todos claro es que al señor Sánchez lo tienen los marroquíes cogido por los bajos y hace todo lo que le digan, importándole un bledo humillando a los españoles que representa en el dejándonos en el absoluto ridículo una y otra vez.

  2. “No vemos que reina la oscuridad, porque vivimos entre tinieblas” decía la viñeta de El Roto en El País del domingo. Entre tinieblas está todo lo que afecta a nuestras relaciones con Marruecos, y en la sombra el porqué del extraordinario giro que supuso en nuestra política exterior el reconocimiento de la soberanía marroquí sobre el Sahara.
    ¿Por qué no se lo pregunta a su AMO que es el que se ha entregado y entregado nuestros impuestos al dictador morocco?

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