Cuentacuentos Por Rafael Fenoy

 Pero tanto, tanto cuento agota, cansa, aburre. Ya está bien de tantos cuentos, de tantas electorales proclamas fantásticas, de ese amenazar con que se promete e, inmediatamente,  ejecutar la amenaza, prometiendo.Y mira que se les dice, ¡no manifestéis cosas que no podéis cumplir, o que no tenéis la más mínima voluntad de hacerlo. Incluso aunque tengáis la ilusión de hacerlo, pero sabéis que no es posible, que son promesas fantásticas. Y es que siempre, que alguien se dirige al respetable y lo hace enumerando múltiples hazañas, innumerables triunfos, y no para de contar, de predicar, de exponer…, asalta la duda al que escucha de cuál es el verdadero interés de quien tanto, tanto dice y cuenta. La duda se instala en quienes oyen tanto cuento y casi con seguridad que quien tanto cuenta algo no ha debido hacer bien o, peor aún, lo que debería haber hecho no lo hizo. Por acción errónea (pensando bien) o por manifiesta negligencia (pensando bien también) las gentes tienen la certeza de que  escuchan cuentos de calleja.  

No sabía D. Saturnino Calleja, cuando comenzó en su editorial a publicar cuentos, el enorme número de ellos que publicaría. Nada menos que 1100 cuentos salieron en casi tres cuartos de siglo de la editorial por él fundada. Tanto fueron calando estas publicaciones  en el ánimo de la población española que se utilizó la frase <más cuentos que Calleja>, y así lo sancionó, en su momento,  la Real  Academia Española de la lengua,  para significar el ser quejicoso o fantasioso, falsear la realidad, exagerando lo que le afecta particularmente. Sin embargo León Felipe, acrisolando la sabiduría popular en su incisiva poesía alardeaba de conocer todos los cuentos.  Decía: Sé todos los cuentos. Yo no sé muchas cosas, es verdad.  Digo tan sólo lo que he visto.

 Y he visto: que la cuna del hombre la mecen con cuentos, que los gritos de angustia del hombre los ahogan con cuentos, que el llanto del hombre lo taponan con cuentos, que los huesos del hombre los entierran con cuentos, y que el miedo del hombre… ha inventado todos los cuentos. Yo no sé muchas cosas, es verdad,  pero me han dormido con todos los cuentos…  y sé todos los cuentos. Y es que el hastío, la repetición, la machacona y simplista retahíla de slogans electorales y promesas fantásticas, lleva al sabio poeta a sintetizar una buena parte de la historia de la humanidad, domesticada, cautiva de liderazgos mágicos, que saben, y muy bien; mecer, ahogar enterrar, taponar, los más nobles  anhelos de las gentes del pueblo, con cuentos.  Permitiendo de esta forma que se conozcan  todos los cuentos.  ¡Ah! Y, por si faltara algo, Rafael, el hermano de Saturnino Calleja, introdujo el popular final en sus cuentos  «Comieron perdices y a mí no me dieron, porque no quisieron» ¿Será posible hacer una campaña electoral sin cuentos? Parece que SI es posible. Y si se siguen contando ¿Quiénes se tragaran los mismos cuentos?Rafael Fenoy rico 

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