De buena nos hemos librado. Por. Ángel Luis Jiménez

Vox ya no será decisivo para formar el nuevo gobierno tras las elecciones generales del 23J. El partido de Santiago Abascal se ha desplomado y ha perdido 19 diputados respecto a sus resultados de 2019. La formación de ultraderecha se queda con 33 escaños. Y lo que muchas encuestas -casi todas- aseguraban que iba a ser un paseo militar se ha tornado en una tormenta perfecta.

Derrotada la barbarie de Vox habrá en este país un gobierno progresista. Porque la suma de los votos de Vox y el Partido Popular sólo alcanza los 170 diputados. Es decir, no llegan a la mayoría absoluta que auguraban las encuestas, después de los buenos resultados obtenidos el 28 de mayo.

¿Qué ha ocurrido? Que el votante tradicionalmente del PP, que se marchó a Vox en 2019, ha vuelto a casa en 2023. También que la fortaleza del voto del sector progresista ha endurecido el varapalo a Vox. Y si añadimos que Vox obtuvo solo el 12,39% de los votos, cuando el sistema electoral español beneficia a los partidos mayoritarios con un número mágico: el 15% de los votos. La cosa no le ha podido ir peor.

Tras el desplome se hablará mucho de Santiago Abascal, que se presentaba por cuarta vez a las generales. El líder de la extrema derecha estaba convencido de que cosecharía unos grandes resultados que le permitirían tener la fuerza suficiente para llegar a Moncloa en un Ejecutivo junto a los populares, pero su ascenso se ha truncado. En estos últimos comicios, ha perdido 600.000 votos y ha cosechado un porcentaje menor en un 2,82% que en las elecciones de 2019.

Hasta hace no mucho tiempo, España se distinguía como uno de los baluartes europeos sin partidos de extrema derecha relevantes. Ahora, en cambio, había un riesgo real de que España se pudiera convertir en uno de los pocos países europeos donde un partido de extrema derecha pasara a formar parte de un Gobierno de coalición en el Ejecutivo central.

En los últimos años, han surgido numerosos estudios en ciencias sociales que intentan dilucidar los factores que hacen que una parte significativa del electorado se sienta atraída por estos planteamientos políticos. Pero, tan o más relevante es evaluar las consecuencias económicas y sociales de la llegada al poder de este tipo de formaciones. ¿Qué dice la evidencia empírica al respecto?

Un reciente estudio de Funke, Schularick y Trebesch, que se ha publicado en la American Economic Review -una de las principales revistas en ciencia económica-, analiza las consecuencias económicas que acarrea la ascensión al poder de líderes populistas, tanto de extrema izquierda como de extrema derecha.

Uno de sus primeros resultados ha sido documentar el espectacular avance de este tipo de líderes: mientras que a finales de los años 90 apenas el 5% de los países tenían líderes populistas, en 2018 esa cifra se había quintuplicado, alcanzando el 26%.

En cuanto a los efectos de su llegada al poder, el estudio considera que tiene efectos muy negativos en la evolución de la economía: 15 años después de su llegada al poder, la renta per cápita es un 10% inferior de la que habría sido alcanzada con otro tipo de gobiernos.

Los autores apuntan a que estos efectos podrían estar asociados con la adopción de políticas ineficientes y el aumento de barreras arancelarias que reducen la integración internacional de sus economías y restan competitividad a sus empresas, siempre acompañados de un aumento de la desigualdad entre los habitantes del país.

Eso sin mencionar, como en el caso de Vox, las declaraciones de su líder Abascal a RTVE, diciendo que acabará con las leyes que “dividen y destruyen” al país y que atentan contra la prosperidad, como las de Cambio Climático, la de Memoria Democrática o la Ley de Educación. “Es nuestro primer compromiso”, como el de la “unidad” de España, garantizaba.

La literatura científica también muestra cómo los efectos en los comportamientos xenófobos se magnifican cuando este tipo de líderes llegan al poder. Al asumir el mando de los gobiernos, estos dirigentes obtienen legitimidad y sus postulados adquieren un mayor grado de influencia, alimentando los prejuicios y las actitudes hostiles hacia las minorías, como por ejemplo los inmigrantes.

Entonces, ¿es posible que estos líderes consigan persuadir a los ciudadanos y hacer que se vuelven más xenófobos? Aunque no se puede descartar completamente esta posibilidad, la psicología y la sociología tienden a considerar estas orientaciones como producto de la formación individual de la personalidad, arraigada a la educación y experiencia de cada uno/a.

La hipótesis más probable es que la ascensión al poder de líderes que promulgan postulados xenófobos logre transformar las normas sociales, es decir, redefinan la percepción de los ciudadanos sobre qué conductas son aceptable y cuáles no en nuestra sociedad, aparejadas con una dosis importante de racismo y homofobia, por no hablar de su ridículo negacionismo frente a los grandes retos de nuestro tiempo.

En resumen, la ascensión al poder de partidos de extrema derecha puede tener repercusiones negativas no solo en el progreso económico y la equidad, sino que también tiene el potencial de desgastar normas sociales fundamentales de coexistencia entre diversos grupos de nuestra sociedad, normas que se han estado fortaleciendo durante los últimos 45 años de democracia en España.

Por eso, me gusta pensar que, al menos en parte, eso fue lo que rechazaron cientos de miles de españoles: el intento metódico de envenenar su convivencia y arrastrarlos a visiones extremistas que para muchos resultan ajenas o evidentemente falseadas, o de imponerles desde las burbujas de las redes sociales una versión de la realidad española que confronta con la experiencia de todos los días, con el decoro y cierta decencia machadiana.

Pienso que las emociones íntimas de nuestra sociedad suelen ser mejores -más generosas, más tolerantes, más plurales y solidarias- de lo que creen muchos de sus líderes políticos. Una versión de la realidad que reñía, para usar dos palabras que no están demasiado en boga, con su sentido común; o acaso con su común humanidad, que eso también es posible.

9 respuestas

  1. Prefiero Vox que una España Rota y tener que pagárselo todo a esos partidos que se llaman independentistas. Particularmente, prefiero uno malo que no cinco como nos están intentando colar.

  2. De esa nos hemos librado, pero que me dice usted de los del otro bando, de una España gobernada por los que quieren desgobernarla, esos son mejores quizás, ¿esa es la solución?.
    Espero que de una puñetera vez PP y PSOE se pongan de acuerdo para gobernar el país que eso es lo que ha votado la mayoría, PP y PSOE y no Puigdemon y compañía. Democracia.

  3. Seguiremos gobernados por los asesinos etarras,los separatistas rojos disfrazados de corderos como es el caso de Yolanda Diaz que toda su vida ha estado pegada a los ………. y ahora dice que ha cambiado ¿cambiado de que? ¿de look que antes era gruesa y de pelo negro o a sus ideales?. España es la unica nacion que tiene como gobernante a una izquierda pura, ningun otro pais lo es. El PNV ahora no echa una mano ala derceha cuando este partido era de Musolini–puro facista.

  4. Lamentable su artículo lleno de partidismo y fanatismo “democrata” donde todo es negro o blanco…..la sociedad de “progreso” que usted narra en su artículo hace a los ricos inmensamente más ricos a los productores nacionales los arruina y ahora con su guerra ideológica quieren poner todo de al revés creando un mundo ficticio y mezclando desordenadamente todas las sociedades generando un caos que en cuanto salta una chispa todo arde(véase francia) al final de la segunda guerra mundial el consenso entre naciones llegó a la conclusión que el principal motivo del conflicto había sido el que existieran diferentes nacionalidades en el mismo país……sólo hay que mirar continentes como África u Oriente Medio….aquí ya vimos Yugoslavia…y ahora ucrania….yo siempre he sido de izquierda pues creo en la justicia social pero esta que hay en la actualidad sirve claramente a los globalizado financieros….igual que la derecha….por eso lo llamo hamstercracia…corras a derecha o izquierda nunca sales de la rueda…por favor un poquito de sentido común el objetivo claro es convertirnos en individuos sin identidad y sin testosterona…no defiendas eso en nombre del “progreso ” cuando es el principio del fin de todos

  5. Frases nazionalistas

    Sabino Arana

    La mujer es vana superficial y egoísta.

    Torra
    Se puede considerar a los españoles como elementos d raza africana.

    Los auténticos elementos d extrema derecha, blanqueados por la ESTUPIDEZ política ESPAÑOLA.
    Con estos sujetos van con el sociata PSICÓPATA, junto a asesinos etarras y golpistas separatistas corruptos y ladrones catalonios y los lacayos lameculos sectarios hablando de vox. ANIMALICOS . Son tontos, locos o HdP? o las tres.

  6. Se le esta poniendo carita de Rivera, si no fuese lo que es tendría hasta gracia.
    Elementos como estos deberian estar en otro sitio no en el parlamento, pero esto es asi, aun hay mucho anormal suelto.

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