Otro 28-F en Andalucía. Otra vez insisto en poner los faros largos sobre los cambios necesarios para nuestra tierra, porque la pandemia ha destapado, de forma clara y rotunda, las carencias estructurales de nuestra comunidad, sobre todo en sanidad y educación.
Recordemos a los 12.741 fallecidos hasta ahora por la pandemia, al más de un millón de contagiados (1,34 M), las cinco olas agotadoras y una factura psicológica pendiente de pago. Además, nuestra economía se hundió por el coronavirus y nuestra tasa de desempleo sigue por encima del 20%, barrera que no rebajamos desde 2008. Así que, la tarea de recuperación se ha hecho más que necesaria, pero también titánica.
Un tortuoso camino para hacer despertar a Andalucía, que, sin embargo, podría acortarse si se aprovechan los estímulos económicos de Bruselas y las vacunas combaten definitivamente las nuevas variantes del virus para que la movilidad, la economía y la rutina vuelvan a fluir tras estos largos meses de ruina y sufrimiento.
Tras el sobrecoste de la factura sanitaria, llega el reto de engrasar de nuevo la maltrecha economía y acelerar su remontada. La Junta, con un presupuesto anual de 40.000 millones de euros, también estima que recibirá unos 21.000 millones de los fondos Next Generation de la Unión Europea, que habrá que saber gastar, siendo audaces y ambiciosos.
Porque al margen de los cuatro fondos estructurales y de inversión habituales (FEDER, FSE, FEADER y FEMP), Bruselas tiene dos prioridades para subvencionar proyectos con los Next Generation: las energías renovables y la digitalización, dos ámbitos en los que Andalucía arrastra un fuerte déficit. ¡Despierta Andalucía!, porque los fondos son perecederos y si no se distribuyen, se pudren.
Esta lluvia de dinero para Andalucía, que cuadriplica el de periodos anteriores, habrá que gastarla con presteza, algo de lo que no anda ducha la Administración andaluza. El reto que comienza ahora es mayúsculo. Gastar bien, pero también rápido. Porque la economía es ciencia de incentivos, no de palabras.
Es el momento de hacer una apuesta necesariamente arriesgada por el desarrollo, la innovación y el empleo, para cambiar la mentalidad cortoplacista y rentista de la mayor parte del empresario andaluz, y por fin hacer inversiones a medio y largo plazo como exigen la oposición política, los sindicatos y los ciudadanos.
La eterna canción del cambio de modelo económico -para dejar atrás la dependencia de la construcción y los servicios- está en un cajón sin visos de que la Junta la rescate. La apuesta es potenciar las actividades donde somos punteros para abrir mercados. No se puede menospreciar nada con una tasa de paro del 20,18% al terminar el pasado año.
Porque más allá de los números fríos, que devuelven una fotografía gris y dolorosa, la pandemia ha dejado al descubierto las graves carencias de la sanidad y la educación andaluza, con una inversión per cápita en el furgón de cola del país. Ambas resultaron muy dañadas por la austeridad posterior a la crisis de 2008 y solo el tsunami del virus y el cierre de aulas han hecho que se recuperen los niveles de gasto.
Además, a estas carencias se suma la mala salud que soporta la investigación y la ciencia en Andalucía, a pesar de haber demostrado su papel vital para encajar golpes socioeconómicos tan graves, máxime en una región tan expuesta a las crisis mundiales. Debemos seguir en alerta porque cada 20 años suele haber una epidemia y cada 30 o 40 una bastante fuerte, dicen los virólogos.
La Junta quiere ahora multiplicar la tasa interna andaluza de I+D (Investigación y Desarrollo) pasando del 0,92% del PIB en 2018 -según el Instituto Nacional de Estadística- hasta el 2%, pero solo es un objetivo sin una inversión concreta detrás. Nuestro retraso histórico se revela al compararnos con la media en España, que es del 1,24%, o la del País Vasco, que casi duplica la tasa andaluza con un 1,9%.
No vale un sistema mediocre, hay que ponerse las pilas de verdad. Pero no solo con el conocimiento biotecnológico. como aliado para solucionar el problema, también con el conocimiento social para saber qué está pasando con los servicios públicos, la transformación del mercado de trabajo o el número de personas que padecen pobreza energética en Andalucía.
La Fundación COTEC para la innovación como motor de desarrollo económico y social señala, en su informe de 2020, que para la prosperidad de un territorio es necesaria la capacidad de ofrecer soluciones innovadoras a retos como la crisis climática, el envejecimiento poblacional o la desigualdad, es el modo de poder ser cada vez más competitivos. Y ese es nuestro reto otro 28-F. ¿Lo conseguiremos? De Andalucía, de nosotros, los andaluces, depende. ¡Despierta Andalucía!
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