IAM/REDACCIÓN La mayor parte de artículos de bienestar se centran en aquello que deberíamos hacer para llevar una vida más saludable, y raramente en aquellos comportamientos a evitar para vivir mejor. Sin embargo, puede llegar a ser más decisivo saber qué no debemos hacer, puesto que esta clase de comportamientos (o algunos de los productos que consumimos) están tan incardinados en nuestro día a día que ni siquiera nos planteamos que puedan hacernos daño.
A lo largo de los últimos años, diversas investigaciones han puesto de relieve todas aquellas cosas que pueden erosionar nuestro bienestar poco a poco. En el último año se han unido a la lista unas cuantas cosas más que han protagonizado grandes polémicas, como es el caso del bisfenol A. A continuación presentamos una lista de aquello que, presente en nuestro entorno y en nuestras vidas, deberíamos vigilar si queremos llegar a ancianos en plena forma.
Pasar mucho tiempo en casa No se trata únicamente de llevar una perniciosa vida sedentaria, sino de habitar en espacios que puedan afectar nuestra vista. Como puso de manifiesto un estudio realizado por investigadores australianos y publicado en The Lancet, pasar mucho tiempo en lugares cerrados y, por lo tanto, más oscuros, puede influir de manera negativa en la salud visual de los más jóvenes y hacerlos más propensos a sufrir miopía. Pasar el día sentado La vida moderna obliga a la mayor parte de trabajadores a pasar su jornada laboral sentados en un escritorio frente al ordenador. Como ha puesto de manifiesto un estudio realizado por la Universidad de Gales, cuanto más tiempo se pase sentado, mayor es el riesgo de sufrir una muerte prematura, incluso en el caso de que se practique ejercicio físico. ¿La clave? Levantarse de vez en cuando para reactivar los músculos de las piernas y, con ellos, la circulación de la sangre por el organismo.
Beber mucha agua Mantener una correcta hidratación es bueno para el organismo, pensamos. Al fin y al cabo, el agua forma parte del 66% de nuestro organismo. Sin embargo, una noticia publicada hace unos años nos recuerda que se puede morir de una sobredosis, después de que una participante en un concurso de beber agua falleciese tras ingerir seis litros del líquido más célebre. Es la llamada hiponatremia, que suele afectar a los deportistas, en la cual las células se hinchan, algo especialmente crítico en el caso del cerebro. Ello puede provocar mareos, convulsiones, fatiga, y en el peor de los casos, edemas cerebrales. Dormir demasiado Las consecuencias de dedicar poco tiempo al descanso nocturno son evidentes y se dejan notar rápidamente en nuestros cuerpos, en forma de fatiga física o falta de concentración. Sin embargo, excedernos en el sueño también puede tener su contrapartida. Un estudio de la Universidad de California puso de manifiesto que las personas que dormían ocho horas al día solían morir a una edad más temprana que aquellos que sólo pernoctaban seis o siete. Dormir en exceso está ligado a la diabetes y los problemas cardíacos.
Saltarse comidas Parecemos seguir una lógica aplastante cuando pensamos que si evitamos alguna que otra comida adelgazaremos de manera más rápida. Este puede ser un comportamiento perjudicial para nuestros intereses, ya que lo más probable es que sintamos tanta hambre que nos pegaremos grandes atracones para saciar esa necesidad. Como puso de manifiesto este año un grupo de investigadores de la Universidad de Tel Aviv, un desayuno alto en calorías puede contribuir a que perdamos peso en el largo plazo. El paracetamol Desde que a finales de 2011 una británica muriese debido a una sobredosis de paracetamol, el acetaminofeno se ha situado en el punto de mira de muchas agencias sanitarias. Se trata de una de las causas principales de fallo hepático en países como Estados Unidos o Gran Bretaña y, aunque es completamente seguro en dosis bajas, su abuso puede conducir a la llamada “sobredosis escalonada”, más dañina incluso que una sola sobredosis masiva.
La naftalina Las bolas de alcanfor no sólo hacen gala de un desagradable olor a cerrado, sino que su composición, en la que figuran potentes tóxicos, han provocado que haya sido regulada por la Unión Europea con el objetivo de “proteger la salud y el medio ambiente”. El mero olor de la naftalina puede ser tóxico, no digamos ya ser ingerido, especialmente por los niños, los más sensibles a estos insecticidas. Además, es altamente inflamable. Bisfenol A Este mes de abril, la Agencia Nacional de Seguridad Sanitaria de Francia (Anses) publicó un informe en el que certificaba que el bisfenol A puede ser cancerígeno. Se trata de un componente que se encuentra en algunas botellas y envases, pero también en coches, gafas, aviones, utensilios médicos y en la tinta de algunos documentos. El pasado mes de agosto, El Confidencial publicó una guía para evitar dicha sustancia. Pasar una hora diaria en un atasco De entre la larga lista de cosas que pueden acortar nuestra vida, sobresale aquella que liga el tiempo que pasamos cada día en un atasco de tráfico con la posibilidad de sufrir problemas cardiacos. Según un estudio publicado en The American Journal of Preventative Medicine, los atascos de tráfico están relacionados también con un mayor riesgo de sufrir síndrome metabólico y adiposidad.
No cepillarse los dientes Pensamos que si nos saltamos algún cepillado de vez en cuando, lo peor que nos puede pasar es que tengamos que pagar una cuantiosa factura al dentista en caso de que nos veamos en la necesidad a acudir a él. Sin embargo, puede ser mucho más grave. Como puso de manifiesto un grupo de cardiólogos de la Universidad de California, unas encías enfermas pueden derivar en problemas de corazón. Como explicó Neil Weintraub, principal responsable de la investigación, “un nivel de inflamación bajo pero crónico puede ser suficiente para perjudicar los conductos sanguíneos y desencadenar dolores vasculares”.