Tradicionalmente y durante generaciones esta etapa de nueva introducción de alimentos se centraba en la ingesta de papillas elaboradas con los ingredientes aconsejados por el pediatra y los nutricionistas. El bebé en esta fase se mantenía como sujeto pasivo de su alimentación limitándose a aceptar en menor o mayor grado los nuevos sabores en una textura única. Sin embargo, la introducción paulatina de métodos como el BLW tratan de invertir esta etapa potenciando la curiosidad del bebé y fomentando el descubrimiento de nuevos sabores.
Hay que permitir que el bebé coma con sus propias manos los nuevos alimentos o con un cubierto especial, explica Vera quien considera esta etapa como un periodo perfecto para que los pequeños prueben diferentes texturas, sabores y acepten más variedad de alimentos.
Además del enriquecimiento de la dieta, este proceso ofrece beneficios adicionales relacionados con el desarrollo del lactante en dos aspectos fundamentales: la estimulación psicomotriz y la prevención de la obesidad infantil. Así lo puntualiza la especialista en nutrición infantil Con la adaptación de este método de alimentación los lactantes desarrollan habilidades motoras al tratar de alimentarse por sus propios medios y, de otro lado, es el propio bebé el que regula su hambre y toma la cantidad que necesita
Por último, la nutricionista invita a los padres a establecer hábitos en el entorno del hogar que propicien el momento de la comida como un tiempo de reunión familiar y placentero donde el pequeño no perciba ansiedad por parte de los progenitores asociado a su comportamiento ante el plato. vemos a padres y madres excesivamente preocupados por la cantidad de comida que ingiere su hijo sin percibir que, en muchos casos, el bebé está alimentándose correctamente. La reunión delante de la mesa ha de establecerse como un momento familiar en el que demos ejemplo. Ellos van a aprender por imitación y no por obligación subraya la especialista.