, y el señor Peter Ísola se dirigiesen por primera vez al Comité de los Veinticuatro sobre descolonización. Han pasado cincuenta años desde que comenzamos nuestra lucha para conseguir que se nos retire de la lista de territorios no autogobernados. Hoy me encuentro aquí acompañado del Viceministro Principal de Gibraltar, Joseph García, y de nuestro Ministro de Justicia y Educación, Gilbert Licudi. También están con nosotros seis alumnos de nuestras escuelas que han sido seleccionados en base a su interés en la importancia de la labor de las Naciones Unidas. En aquel primer discurso ante el C24 en 1963, los representantes de Gibraltar explicaron al Comité que Gibraltar “no había alcanzado todavía el pleno autogobierno”, pero que “sin embargo, este [era] el objetivo de los políticos gibraltareños y [era] un objetivo que el gobierno británico [había] aceptado.” Pues bien, cincuenta años después, me encuentro aquí para decirles que, en virtud de nuestra Constitución de 2006, creemos que Gibraltar ha alcanzado un estatus que constituye una posible modalidad de nivel completo de autogobierno sin alcanzar la independencia. Ya hace varios años que entregamos a su Comisión una copia de dicha Constitución. Por ello, mantengo que ahora es la obligación del C24 y de esta Comisión dirigirse a nosotros para decirnos si consideran que hemos alcanzado un nivel completo de autogobierno sin alcanzar la independencia. De ser así, entonces deberíamos ser retirados de la lista, puesto que habríamos cumplido con la cuarta opción de descolonización disponible para los pueblos de territorios no autónomos, según lo expuesto en la Resolución 2625 (XXV) de la Asamblea General del 24 de octubre de 1970. Si, en su opinión, o en la opinión del C24, nuestra Constitución no nos concede un nivel completo de autogobierno sin alcanzar la independencia, entonces les pedimos que nos digan cuales consideran que son las deficiencias de nuestra Constitución, para que podamos trabajar con el Reino Unido y subsanar dichas deficiencias. Lo que no tiene sentido, señor Presidente, es el continuo y ensordecedor silencio por parte del C24 y las repetidas referencias a una decisión consensuada entre el Reino Unido y España, que no hacen nada por avanzar nuestro progreso hacia la descolonización. Lo que tiene aún menos sentido son algunas declaraciones atribuidas a Su Excelencia Rodolfo Reyes Rodríguez, Presidente del C24, en las que manifestaba que ciertas situaciones coloniales se definen como “especiales y particulares” porque incluyen disputas de soberanía. Señor Presidente, estas declaraciones se basan en la totalmente falsa e insostenible premisa de que los procesos de descolonización de pueblos de territorios no autónomos se podrían regir por principios diferentes, simplemente porque un estado vecino reclamase la soberanía sobre el territorio en cuestión No existe el menor rasgo en ninguna de las resoluciones de las Naciones Unidas que sustente semejante despropósito. No existe ninguna normativa consuetudinaria en el derecho internacional, se mire como se mire, que dé pie a este principio. Sin embargo, lo que sí existe, es un esfuerzo concertado por parte de España y Argentina – que trabajan de manera conjunta como estados que mantienen reivindicaciones sobre Gibraltar y las Islas Malvinas, respectivamente – para intentar crear dicha doctrina y así evitar la aplicación a nuestro pueblo del derecho inalienable a la autodeterminación. Al parecer, ellos suscriben la doctrina de que si uno repite una mentira muy a menudo, se convierte en verdad. Ustedes tienen la misión de evitar esto. Porque nuestro territorio solo podrá llegar a ser descolonizado si se cumplen los deseos y aspiraciones del pueblo de Gibraltar. Es más, señor Presidente, durante los últimos cincuenta años, el pueblo de Gibraltar ha estado sujeto a una terrible campaña de intimidación por parte de sucesivos gobiernos españoles, durante la dictadura y durante la democracia. De hecho, salvo por unos cortos periodos de lucidez, la cara de España que estamos viendo en estos momentos no es muy diferente de la que vimos cuando el notorio dictador General Franco ostentó el poder en España. Estamos sufriendo larga colas en la frontera entre Gibraltar y España, a veces con hasta 8 horas de retraso, causadas por la voluntad política y arbitraria de Madrid. Según han reconocido sus ministros recientemente, estas colas tienen la intención de ahogar nuestra economía y así lograr que los gibraltareños negociemos nuestra soberanía. Estamos sufriendo incursiones por parte de embarcaciones del estado español en aguas reconocidas como exclusivamente británicas por la Convención de las Naciones Unidas sobre el Derecho del Mar de 1958 y 1982. Y en junio de este año, agentes de la Guardia Civil española dispararon contra un ciudadano gibraltareño mientras se divertía montando en moto acuática en nuestras aguas. Es más, este año se ha producido unos nuevos e impactantes acontecimientos que, sin duda, les causarán una gran preocupación y que querrán abordar con el Reino de España. Amplios sectores del gobierno y los medios españoles han emprendido una campaña concertada e incesante destinada a diseminar mentiras que demonizan al pueblo de Gibraltar. El público objetivo es el pueblo español, el cual se encuentra en un momento especialmente vulnerable con máximos históricos de desempleo, dificultades económicas y un reguero constante de alegaciones de corrupción que afectan a los más altos cargos del gobierno. Por supuesto, estos son los componentes históricamente reconocibles de cualquier ofensiva dirigida a difamar a una minoría. Desde el principio de la oleada de propaganda en julio de este año, los ciudadanos españoles han sido expuestos a, literalmente, miles de declaraciones oficiales, artículos de prensa y emisiones que denigran al pueblo de Gibraltar. Ya se han producido casos de violencia e incendios dirigidos contra propiedades de ciudadanos gibraltareños en España y se ha generado una brecha entre la gente común a ambos lados de la frontera – algo que no llegó a suceder ni siquiera en los años sesenta bajo el dictador General Franco. La peor y más desgarradora manifestación del efecto de esta campaña de odio en contra del pueblo de Gibraltar ha sido un video en YouTube mostrando a unos jóvenes españoles llevando a cabo una representación teatral en la que tres de ellos disfrazados de guardias civiles realizan con regocijo una invasión militar de nuestro territorio y asesinan a tres jóvenes gibraltareños. Éste es el efecto de la campaña de incitación al odio a través de mentiras que ha dominado los meses estivales. Las sanciones económicas, las restricciones físicas en nuestra frontera, las invasiones por parte de la policía y las fuerzas armadas de nuestras aguas territoriales, los disparos contra gibraltareños inocentes, el incendio y los daños contra propiedades de ciudadanos gibraltareños en España. En Europa.En el siglo veintiuno. Sin embargo, cuando uno contempla la realidad del pueblo de Gibraltar – como ya les manifestó Sir Joshua Hassan hace cincuenta años – “únicamente pedimos que se nos permita vivir nuestras vidas de la manera que queremos, sin interferencias externas, en amistad con todos los pueblos y cooperando con nuestros vecinos para lo que, les aseguro, será el bien común, en lo social, lo cultural, lo económico y en cualquier otro aspecto”. En la actualidad, nuestra economía ofrece unos 10.000 puestos de trabajo para trabajadores transfronterizos españoles. Si el actual gobierno español invirtiera la décima parte del tiempo en colaborar con nosotros de lo que lo hace en atacarnos, resultaría fácil contemplar un aumento en estas cifras. Sin embargo, y a pesar de este entorno de incitación al odio en contra de nuestro pueblo, el Gobierno de Gibraltar se ha mantenido firme en su oferta de iniciar un dialogo con el gobierno del Reino de España sobre asuntos no relacionados con la soberanía y que pudieran resultar de interés a los ciudadanos de ambos lados de la frontera. Los Gobiernos del Reino Unido y Gibraltar han manifestado en varias ocasiones su firme compromiso con el Foro Trilateral de Dialogo establecido por los Gobiernos del Reino Unido, España y Gibraltar en 2004 y el cual esta Comisión ha apoyado y respaldado. El actual gobierno español del Partido Popular ha dado la espalda a ese Foro de manera unilateral y busca deshacer los acuerdos alcanzados en él. En vista de ello, en abril de 2012, los Gobiernos del Reino Unido y Gibraltar propusieron mantener un proceso paralelo de contactos ad hoc para tratar asuntos de potencial interés y entendimiento mutuos, pero sin discusiones sobre la soberanía ni el futuro de Gibraltar. Esta propuesta no fue aceptada por el Ministro de Asuntos Exteriores español, el Señor Margallo, hasta septiembre de este año – un año y medio más tarde. Confiamos en que estos contactos puedan llevarse a cabo pronto y así dar solución a cuestiones que redundarán en el beneficio de los habitantes de la región. Lo que jamás se producirá son conversaciones entre el Reino Unido y España bajo el Proceso de Bruselas, en las que se negocie una transferencia de nuestra soberanía a España. El Reino Unido ha expresado claramente que no transferirá la soberanía de Gibraltar sin el consentimiento de su pueblo y que ni siquiera comenzará un proceso de negociación sobre la soberanía de Gibraltar sin el consentimiento del pueblo del Gibraltar. De manera que, para evitar que España suene como un disco rayado año tras año, permítanme que aclare esto de manera categórica: El pueblo de Gibraltar nunca va a acceder a que el Reino Unido discuta o negocie la transferencia de su soberanía a España. Punto final. Ha llegado el momento de que España pase página; que afronte los problemas reales que sufre el pueblo español y deje de intentar combatir molinos quijotescos. Si España desea proseguir con un debate académico sobre la soberanía de unas tierras que perdió hace 309 años, hagámoslo en unos tribunales internacionales objetivos y pertinentes, con competencia para decidir sobre estas cuestiones. Gibraltar resultará victorioso en cualquier litigio justo y ecuánime sobre esta cuestión. Por nuestra parte, el pueblo de Gibraltar comprende perfectamente que nuestro destino no es convertirnos en una colonia del Reino de España. Por lo tanto, seguiremos solicitando a ustedes a que eliminen a Gibraltar de la lista de territorios no autogobernados. Porque, señor Presidente, el pueblo del Peñón es un pueblo tenaz. Han pasado cincuenta años desde que les presentamos nuestro caso. Quizás tengan que pasar otros cincuenta años antes de que tengamos éxito en nuestro cometido; pero esta historia no concluirá hasta que lo logremos. Han escuchado este mensaje de otros Ministros Principales antes que yo y que representaban a generaciones pasadas. Ahora lo escuchan de mí, como representante de mi generación. Y tienen delante de ustedes a los representantes de las futuras generaciones de gibraltareños. En el pasado, el presente y el futuro, el mensaje ha sido, es y será claro: nunca cederemos nuestro derecho a determinar el futuro político de nuestra nación y haremos todo aquello que se encuentre a nuestro alcance para preservarlo. Por supuesto, quedo a la disposición de Sus Señorías para responder a cualquier pregunta que deseen formular.