IAM/Redacción Una investigación realizada entre distintas entidades ha demostrado que varias especies de delfines del Golfo de Cádiz y del Estrecho de Gibraltar acumulan en sus organismos niveles importantes de contaminantes llamados ‘retardantes de llama’, entre ellos los definidos como ‘PBDE’ (prohibidos por la convención de Estocolmo de 2004) y los decloranos.
Los ‘retardantes de llama’ son compuestos usados ampliamente en la industria. Se añaden a todo tipo de productos, como ropa, aparatos electrónicos, mobiliario o tapicerías con el fin de reducir su inflamabilidad. Con el tiempo, se ha demostrado que son contaminantes muy persistentes en el medio ambiente, que se acumulan en los organismos y que pueden tener efectos nocivos sobre los organismos y las personas.El trabajo, coordinado por el Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), ha contado con la participación del Instituto de Diagnóstico Ambiental y Estudios del Agua y de la asociación CIRCE (Conservación, Información y Estudio sobre Cetáceos) y ha contado con la colaboración de Cepsa, el Ministerio de Ciencia e Innovación y la Fundación Loro Parque.Delfín mular Delfín mularEn el estudio, enmarcado en los subproyectos FLAME, ECOCET y Consolider SCARCE, se ha demostrado que tres especies de cetáceos, delfín común, calderón común y delfín mular, con diferentes áreas de distribución y costumbres de alimentación, acumulan en su organismo estos contaminantes y se ha comprobado que los cetáceos que están en la parte más elevada de la cadena alimentaria acumulan mayores niveles de estos contaminantes. La investigadora del CSIC Ethel Eljarrat, coordinadora del estudio, explica: “la biomagnificación supone que los niveles de contaminantes son mayores en los organismos que están en niveles más altos de la cadena trófica porque ingieren y acumulan en su organismo los contaminantes de sus presas. Nuestro trabajo demuestra que hay una relación directa entre mayores niveles tróficos y mayores concentraciones de retardantes de llama. Y lo más interesante es que la biomagnificación se da tanto para los clásicos y hoy prohibidos PBDE, como para sus sustitutos, los decloranos”.Los delfines analizados en este estudio ocupan posiciones diferentes en la cadena alimenticia.
El delfín mular, en la posición más elevada, es precisamente el que tiene mayores concentraciones de estos contaminantes. “En casi el 20% de las muestras analizadas, se encontraron valores mayores que los límites establecidos, por ejemplo, para focas, por encima de los cuales se observan efectos de disrupción endocrina, concretamente en la hormona tiroidea, o lo que es lo mismo, tienen efectos nocivos para la salud”, dice Renaud de Stephanis, co-autor del estudio y presidente de CIRCE. “Esto indica que estos contaminantes son un serio problema para animales que se encuentran en los niveles superiores de las cadenas tróficas, como es el caso de los delfines y de los humanos”.El estudio también demuestra que, pese a su prohibición en Europa en el año 2004, los antiguos contaminantes llamados ‘retardantes de llama’ siguen estando presentes en el medio ambiente marino y que los alternativos, los decloranos, son igual de persistentes que los primeros. Además, aunque todavía no se conocen sus efectos toxicológicos, algunos estudios apuntan que los decloranos también podrían ser nocivos para la salud.