A día de hoy, la música en directo en Tarifa sigue siendo una actividad sin encaje normativo real: no se permite, pero se tolera; no se legaliza, pero se sanciona. Y todo ello en un clima de incertidumbre que ahuyenta inversiones, mina la moral del sector y amenaza con hacer del verano tarifeño un rompecabezas legal.
Hosteleros exigen una reunión urgente con el Ayuntamiento ante la falta de licencias, las sanciones y las promesas incumplidas de la Junta, la Policía local precinta cuatro equipos en sólo unos días.
Tarifa, pleno mes de julio. Miles de turistas llenan las playas, los chiringuitos y terrazas se esfuerzan por ofrecer música en vivo, y sin embargo, sobre ellos pesa una amenaza constante: la música en directo, uno de los reclamos clave del verano tarifeño, sigue envuelta en una alarmante inseguridad jurídica que ni el Ayuntamiento ni la Junta de Andalucía parecen dispuestos a resolver.
Esta misma semana, la Policía Local ha vuelto a actuar contra varios establecimientos en Los Lances, Valdevaqueros y el centro urbano, ordenando apagar la música y precintando equipos por carecer de autorización administrativa. La situación no es nueva: se repite cada temporada, pero este verano la tensión ha estallado tras una oleada de intervenciones policiales en plena temporada alta. La mayoría de los locales no tienen licencia para música en directo porque, simplemente, el Ayuntamiento no las concede ni las gestiona por el embudo de la oficina técnica. Y al mismo tiempo, sí multa por no tenerlas. Un callejón sin salida que ha llevado a los hosteleros a solicitar una reunión urgente con el Consistorio.
Foto equipo precintado por la Policía Local de Tarifa
“La normativa es clara en los papeles, pero en la práctica nadie nos da soluciones. Llevamos años pidiendo regularizar la situación y todo sigue igual o peor”, lamentan empresarios del sector . La prometida reunión informativa de la Federación de Empresarios de Tarifa con la Junta de Andalucía, anunciada para febrero, sigue sin fecha, pese a haber sido comprometida públicamente. Otra promesa incumplida que agrava el hartazgo del sector.
Mientras tanto, los empresarios operan a ciegas: muchos tienen licencia como bar o restaurante, pero no como bar musical, y los permisos para actuaciones o altavoces no llegan o directamente se deniegan sin alternativa. Aun así, la demanda de música por parte del público no cesa. “¿Qué hacemos? ¿Apagamos el verano?”, se preguntan con ironía algunos dueños de chiringuitos.
Desde el Ayuntamiento, y en declaraciones a Europa Sur el teniente de alcalde y concejal de Turismo, Jorge Benítez, ha admitido que “un año más, nos ha pillado el toro”. Sin embargo, nadie ha asumido responsabilidades ni se ha tomado una decisión política clara para abordar este conflicto que ya no solo afecta a los empresarios, sino también a la imagen de Tarifa como destino turístico.
Los hosteleros, cansados de promesas vacías y silencios administrativos, insisten en la necesidad urgente de sentarse a dialogar, aclarar el marco legal y avanzar hacia una ordenanza específica que contemple la realidad de Tarifa. Mientras eso no ocurra, el riesgo es claro: que la ley del silencio acabe silenciando también la vida en la ciudad.