Con tan solo 22 años, el algecireño Carlos Jiménez trabaja para la Orquesta de Ballet de Nueva York. Allí, el joven toca como solista de trombón. Sin duda, una oportunidad que le ha llegado después de muchos años de formación y trabajo. Tal y como él mismo le cuenta a este periódico, hace falta mucha “disciplina y esfuerzo” pero el resultado es “muy gratificante”.
Desde la otra parte del mundo, vía Skype, Carlos Jiménez ha habido en exclusiva con este periódico sobre su nuevo contrato de trabajo y el resto de su trayectoria profesional que comenzó en su natal Algeciras. La ciudad que lo vio crecer y dar sus primeros pasos como músico.
El Conservatorio Paco de Lucía fue su primera escuela de música y allí encontró a profesores que, posteriormente, le animarían a dar el paso al extranjero. Una audición y una beca en Nueva York le cambiaron la vida. Este joven algecireño se ha formado y trabaja actualmente en la gigante ciudad estadounidense que tan rica es en lo que cultura y música se refiere.
¿De dónde te viene la pasión por la música?
Comencé en casa porque mis padres tenían afición por ella pero donde comencé a dar mis primeros pasos de forma oficial fue en la banda de música. Primero con el tambor y más adelante con el bambardino. Después ya llegó el momento de apuntarme al conservatorio de Algeciras y para entonces ya había descubierto el trombón, un instrumento muy similar al bombardino. A partir de ahí, fui estudiando, aprendiendo cada vez más y me fui enamorando del instrumento.
No debe ser fácil compaginar la vida de niño con el conservatorio. Prácticamente es estar en dos colegios durante cinco días a la semana, ¿cómo recuerdas aquello?
Hace falta un grado de disciplina especialmente para manejar los tiempos. Aprendí técnicas de “eficiencia”. Aprovechaba al máximo el tiempo que tenía que estar en clase para que me cundiese lo máximo posible y no tener que echar tantas horas en casa y poder dedicarme al conservatorio.
¿Siempre has tenido claro que tu sitio estaba en la música?
De pequeño quería ser maestro, me gustaba la idea de enseñar. Poco a poco la música fue ganando terreno y finalmente se ha convertido, afortunadamente, en lo que estoy haciendo. Sin embargo, la enseñanza es algo que espero desarrollar en algún momento.
¿A qué edad pensaste en dedicarte a la música?
Más o menos cuando comencé el grado profesional que se empieza de forma paralela al instituto, es decir, con unos 11 o 12 años.
Es un sacrificio muy fuerte, lo reconozco, pero lo hice a gusto porque sabía que era lo que quería hacer y le veía futuro. Cuando uno toma la decisión de ir en serio con la música puede pasar que más adelante descubras otra pasión, así que yo continúe haciendo mis estudios bachillerato de ciencias de la salud. Con esta profesión nunca tienes la garantía de que vas a poder dedicarte a ella, he tenido la gran suerte de poder hacerlo.
Estás en la Orquesta de Ballet de Nueva York, ¿cómo crees que te influyó tu entorno en Algeciras?
Además de la banda, que fue donde comencé, en el Conservatorio Paco de Lucía, tuve suerte. Tuve acceso a muchos profesores durante todo los nueve años que estudie allí y, en la actualidad, aún mantengo el contacto con algunos de ellos.
En la transición al grado superior, me acuerdo mucho de mi primer profesor Victor López. Con él estudié los dos primeros años de enseñanza básica. Fue él quien me llamó y me propuso estudiar en Estados Unidos. Me explicó que para empezar solo tenía que enviar un vídeo y si ya me seleccionaban pues tendría que hacer el viaje para la audición. Pensé que era una situación de poco riesgo y quise probar suerte. Eché solicitud en ‘Juillard’, donde acabé estudiando. Además de Victor, también tuve otros profesores que me animaron a ampliar horizontes.
¿Conseguiste alguna beca?
Sí, me fui todo becado. La beca Kovner, es una beca en ‘Juillard’ que ofrece una matrícula en el conservatorio, cubre los gastos de manuntención, alojamiento, además de una paga para los gastos escolares. Cuando me ofrecieron eso, que ni siquiera sabía que existía, pensé que era algo que no podía dejar pasar.
¿Qué esperas de la música en un futuro?
No lo sé, no sé dónde estaré. Nueva York es un sitio que me encanta, tiene un nivel de actividad musical y cultural enorme, no solo por los grupos que existen aquí sino por la cantidad que vienen a tocar. Es un sitio muy grande en ese sentido. Si que me gustaría en algún momento dar clases en algún conservatorio. Ahora mismo me estoy formando como profesor de técnica Alexander, es algo que me ha ayudado mucho. En general, quiero aprovechar todo lo que pueda hasta que dure.
¿Echas de menos Algeciras?
Sí, echo de menos Algeciras. Como dice el dicho ‘como en casa de uno, no se está en ningún lado’. Me gusta volver cuando voy en vacaciones, en verano o en inverno. Me gusta mucho Nueva York y lo que ofrece pero Algeciras es mi casa y la casa de uno siempre se echa de menos.