González subrayó que el Reino Unido “sufriría incluso más” que la UE si no se llega a un pacto sobre la futura relación, que entraría en vigor al fin del periodo de transición pos-Brexit, que acaba el 31 de diciembre.
La ministra aseguró que tanto España como la Comisión Europea y el negociador comunitario, Michel Barnier, desean un acuerdo, pues ese es el mandato, pero “se necesita a dos personas para bailar el tango” y las dos partes deben trabajar para hallar “una pista de aterrizaje para este avión” y llegar a un consenso.
Preguntada sobre la posición británica reacia a ceder soberanía, González señaló que los acuerdos comerciales no están para reclamar la soberanía nacional, pues “es claro” que las partes negociadoras son soberanas, sino que lo que hacen es ayudar a “gestionar la interdependencia”.
Insistió en que lo importante es “construir una relación que las dos partes quieran”, porque “entienden que beneficia más a sus ciudadanos y empresas que separarse sin pacto”.
Sobre las normas de competencia, uno de los obstáculos para el consenso, dijo que es importante coincidir en que ninguna de las partes “competirá de manera injusta” con la otra, reduciendo impuestos o estándares laborales o medioambientales.
“Acordemos que no vamos a hacer eso y, por supuesto, hallemos un mecanismo que nos permita ver si eso está ocurriendo y cómo abordarlo”, afirmó.
González Laya señaló que el posible pacto comercial entre el Reino Unido y la UE “es único” porque son vecinos, y no puede compararse con el que Canadá tiene con el bloque, sino que “se parece más” al que tienen Canadá, México y Estados Unidos.
Sobre la pesca, otro de los puntos espinosos, dijo no entender “por qué no es posible entenderse”: “La pesca en el Reino Unido son 6.000 barcos que emplean a 12.000 personas. Esta es la magnitud del problema”, declaró.
Consideró un gesto “hacia la galería” el hecho de que la Marina británica haya anunciado que destinará cuatro naves a patrullar las aguas territoriales para frenar posibles incursiones de pescadores comunitarios a partir del 31 de diciembre.
La ministra española reconoció que “preocupa” la futura situación de Gibraltar y sostuvo que es un deber mutuo, del Reino Unido y España, alcanzar un acuerdo que permita gestionar ese área de “prosperidad compartida” alrededor del Peñón, pues, si no hay pacto, “la frontera externa de la UE será Gibraltar”.