Vivimos en una sociedad ostentosa, donde los muy ricos se vanaglorian de sus estilos de vidas excesivos y extravagantes o hacen chistes sobre los pobres. Esto se hace más evidente en los países ricos que en los países pobres. Países en los que la extrema desigualdad de renta y los bajos impuestos para los más ricos se acentúan cada día más. Cuenta el nobel Paul Krugman que en los años cincuenta los estadounidenses con ingresos más elevados pagaban el 50% de su renta en impuestos, pero hoy en día esa cifra se ha reducido a menos del 10%. Lo mismo ocurre en la mayoría de los países de la OCDE y la UE. En España Apple, una de las empresas más grandes y con más éxito en todo el mundo, paga entre veinte y treinta puntos menos de impuestos en su factura fiscal global que lo que paga un español medio. Pero no solo es Apple la que tiene esa nula tributación, lo mismo pasa con otras multinacionales y la mayoría de las empresas que cotizan en Bolsa.Mercedes Serraller, periodista de Expansión, dice que “si la lucha de clases resulta una explicación de la Historia hoy ya superada para muchos, no parece serlo en el terreno fiscal. Las clases altas, y las grandes empresas apenas pagan impuestos y cuentan con todo tipo de parabienes en los distintos países para que no se vayan, mientras que los trabajadores pagan mucho más y son quienes verdaderamente sostienen al Estado”. Esta situación le ha explotado al Gobierno del PP, que llegó al poder en el peor momento de la crisis con un sistema fiscal esquilmado y tomó una medida equivocada para mejorar sus ingresos como fue la de lanzar la mayor subida de impuestos de la democracia a los asalariados, mientras el paro y el fraude se multiplicaban. El Ejecutivo de Rajoy dice que también lanzó medidas de lucha contra el fraude. Pero qué lucha y qué fraude, si la hizo coincidir con una amnistía fiscal en la que se ha dado todo tipo de facilidades a los evasores de impuestos.Inevitablemente esta bajada de impuestos para los más ricos ha traído consigo la vuelta a una ostentación desmesurada y vulgar de los que más tienen, en una sociedad cada vez más pobre y donde la brecha de la desigualdad se amplía cada año. En su informe anual de 2013, Cáritas lo corrobora diciendo que ni la sociedad en general, ni los políticos en particular “están a la altura de las circunstancias de necesidad que viven las familias españolas”. Esa crítica se dirige especialmente contra el Gobierno por no atreverse “a implantar la renta mínima que llevamos reclamando desde hace cuatro años para las 700.000 familias sin ingreso alguno”. Ese es el mensaje de alerta que ha enviado Cáritas durante la presentación de su informe de 2013. Ese año no solo tuvieron que atender a más personas (un 32% más que en 2012), sino que tuvieron que ayudar a familias cada vez más pobres. “La pobreza se está cebando con las familias más frágiles, la pobreza está castigando especialmente a familias numerosas, a los hogares monoparentales y a las familias con dependientes a su cargo”. La pobreza se está haciendo crónica en España, alertaba el secretario general de Cáritas, Sebastián Mora.Aquí no caben exhortaciones de tipo moral o llamamientos al ejemplo de las elites privilegiadas, sino políticas que reduzcan sus privilegios y eliminen su nula tributación. Hace falta una reforma fiscal con impuestos progresivos que corrijan las desigualdades existentes en el terreno fiscal y social. Se nos olvida que vivimos, según la Constitución, en un Estado social y democrático de Derecho. Y que al Estado lo tienen que mantener los que más ganan y no quienes apenas cubren sus necesidades básicas. Estamos en una crisis del modelo económico en todos sus aspectos. Los ciudadanos quieren conocer algo diferente y quieren cambios radicales. Estamos hartos de escándalos como el fraude de las tarjetas “opacas” de Caja Madrid, esas tarjetas vergonzosas de ladrones bancarios con las que la élite privilegiada pagaba sus gastos personales y no personales, pero sin pasar por Hacienda. Qué vergüenza de país.