El Teatro Florida se llenó anoche de música, emoción y talento con el concierto “Itineris” de la Thalassa Orchestra, una velada en la que la armonía y la sensibilidad se dieron la mano bajo la batuta de la joven directora Irene Delgado-Jiménez, orgullo algecireño que ya brilla con luz propia en el panorama internacional. Fotografía: Tomoyuki Hotta
Desde los primeros compases, el público supo que estaba ante una experiencia única: un viaje sonoro a través de cuatro siglos de historia musical, donde el tiempo pareció detenerse entre la energía barroca de Purcell, la frescura de un joven Mendelssohn, la hondura emocional de Barber y la intensidad clásica de Haydn, cuya Sinfonía “La Passione” cerró la noche con una fuerza arrolladora.
La dirección de Irene Delgado-Jiménez fue pura elegancia y pasión. Con una gestualidad precisa y un magnetismo sereno, guió a la orquesta por un recorrido lleno de matices, haciendo vibrar al auditorio con cada crescendo y cada silencio cargado de intención. Su conexión con los músicos fue palpable, y el público respondió con una ovación prolongada que llenó el teatro de gratitud y admiración.
La fotografía de Tomouki Hotta inmortalizó la magia del momento: las luces del Florida bañando el escenario, las miradas cómplices entre los músicos, y la figura de Irene en pleno gesto de dirección, como si el aire mismo obedeciera al compás de su batuta. En cada imagen, se respira la emoción de una noche que recordará Algeciras, una ciudad que vuelve a demostrar su compromiso con la cultura, la excelencia y el talento de su gente.
En un mundo que a menudo corre sin pausa, “Itineris” fue un recordatorio de que la música sigue siendo uno de los pocos lugares donde el alma puede detenerse, respirar… y sentir.
