El tándem derecha izquierda tuvo un origen convencional, pero después se ha ido asentando hasta convertirse en dos cosmovisiones antagónicas. Delimitarlas es un tanto difícil y han sido muchos los intentos por mostrar las diferencias entre una y otra.
Por eso, siempre viene bien leer el didáctico libro de Norberto Bobbio, “Derecha e Izquierda”, donde escribió que se trata de una diada o pareja que se da, al menos, en nuestra cultura.
Bobbio se consideraba a sí mismo un hombre de izquierda, y le daba al término izquierda una connotación positiva, incluso ahora que está siendo cada vez más atacada, y al término derecha una connotación negativa, a pesar de estar hoy ampliamente revalorizada.
Para Bobbio, y ésta es la parte central de su pensamiento político, la esencia de la distinción entre la derecha y la izquierda, o a partir de ahora, entre las derechas y las izquierdas (pues hay graduaciones en cada familia) “es la diferente actitud que las dos partes -el pueblo de la derecha y el pueblo de la izquierda- muestran sistemáticamente frente a la idea de igualdad”.
Aquellos que se declaran de izquierdas dan mayor importancia en su conducta moral y en su iniciativa política a lo que convierte a los hombres en iguales, o a las formas de atenuar y reducir los factores de desigualdad; los que se declaran de derechas están convencidos de que las desigualdades son un dato ineliminable, porque ellos al fin y al cabo no desean su eliminación.
Resumiendo, una política igualitaria se caracteriza por la tendencia a remover los obstáculos que convierten a los hombres y a las mujeres en menos iguales. Si existe un elemento caracterizador de las doctrinas y de los movimientos que se han reconocido universalmente como izquierda, este elemento es el igualitarismo, entendidolo no como la utopía de una sociedad donde todos los individuos sean iguales en todo, sino como la tendencia a convertir en más iguales a los desiguales.
Norberto Bobbio se ha considerado siempre un moderado. En “Derecha e izquierda”, también contempla otra diada alternativa, la de extremismo versus moderación, que pertenece a un universo político diferente que la de derecha-izquierda. La diada extremismo-moderación está referida al concepto de libertad.
El ideal de libertad, otro gran referente de la humanidad, no sirve para distinguir entre derecha e izquierda pues existen doctrinas y movimientos libertarios y autoritarios tanto a la derecha como a la izquierda. “Y existen estas doctrinas y movimientos, porque el criterio de la libertad sirve para distinguir el universo político no tanto respecto a los fines como respecto a los medios; o al método empleado para conseguir los fines”.
Así se explica por qué revolucionarios de izquierdas y contrarrevolucionarios de derechas pueden compartir ciertos autores (Georges Sorel, Cari Schmitt, incluso Antonio Gramsci), no porque sean de derechas o de izquierdas, sino porque son extremistas respectivamente de derechas y de izquierdas que, precisamente por ser así se distinguen de los moderados de derechas y de izquierdas.
Sólo las alas moderadas de las dos afiliaciones son compatibles con la democracia. “Yo me considero un moderado”, repetía Bobbio. “El moderado es, por naturaleza, democrático; un extremista de izquierdas y uno de derechas tienen en común el antidemocratismo… No es casual que tanto los extremistas de izquierda como los de derechas desprecien la democracia, incluso desde el punto de las virtudes que ella alimenta y que son imprescindibles para su supervivencia”.
Y continua: “En el lenguaje de unos y otros democracia es sinónimo de mediocracia, entendida ésta como dominio no sólo de la clase media, sino de los mediocres. El tema de la mediocridad democrática es típicamente fascista. Pero es un tema que encuentra su ambiente en el radicalismo revolucionario de cada color”.
Así que, Norberto Bobbio, uno de los grandes pensadores políticos del siglo XX, y testigo del mismo no ha dudado jamás de su campo de acción: nunca como en nuestra época se han puesto tan en tela de juicio las tres principales fuentes de desigualdad, la clase, la raza y el sexo. Cuando la derecha grita ¡abajo la igualdad! no quiere decir, como se podría interpretar ¡viva la diferencia!, sino ¡arriba la desigualdad! Por ello, izquierda y derecha continúan vigentes. No sólo como una suma de emociones, sino como una colección de valores. Sin embargo, yo, a mí edad, reconozco que no me ha hecho más moderado, sino más radical. Y ahí estoy.