José Antonio M.T., ceutí pero residente en Algeciras desde los 14 años, actualmente preso en Fuerte Mendizábal por tráfico de hachís, se ha puesto en huelga de hambre pidiendo su traslado de Ceuta a la localidad andaluza. Él y su familia se sienten “engañados”, ya que fue llevado a la ciudad autónoma “bajo la condición de un rápido retorno y una reducción de condena”.
Habla en su nombre su esposa, Luz María Moreno, que reside justo al otro lado del Estrecho. Cuenta que José Antonio tenía “pendiente un juicio por tráfico de hachís, habiendo cumplido ya once meses en prisión preventiva”. Tras la vista “se presentó voluntariamente en la prisión de Algeciras para cumplir los tres años y medio a los que le habían sentenciado”.
Corría el mes de febrero y, según el relato de Moreno, en aquel momento le plantearon la posibilidad de que cumpliera parte de su pena en el presidio ceutí, dado que había nacido en la ciudad.
“Le dijeron que la cárcel de allí estaba muy vacía, que necesitaban mover reclusos y, que sí aceptaba, pronto le darían permiso para el traslado y podría salir antes. Él dijo que se lo pensaría, pero en ningún momento aceptó explícitamente, porque tiene aquí (en Algeciras) a su madre enferma y al resto de su familia”, explica la esposa del encarcelado.
Sin embargo y siempre según el testimonio de Moreno, “llegó marzo y lo trasladaron, sin aviso previo”, quedando sus allegados en el otro continente, a catorce kilómetros atravesando el mar.
Rápidamente comenzó “a solicitar el traslado”, viendo como “siempre se lo denegaban”. Tampoco se adaptó especialmente bien a la vida en Fuerte Mendizábal, sobre todo por la comida. “Allí todo es muy complicado. Él es cristiano, le gusta comer cerdo y allí de eso no tiene nada. La comida es malísima, tengo que mandarle dinero para comprar latas y que coma algo”.
“25 instancias semanales”, ataques de epilepsia y huelga de hambre
En ese contexto, explica Moreno que José Antonio envía a las autoridades penitenciarias “unas 25 instancias semanales” reclamando el traslado. Asegura que tal era el volumen que “la asistenta social” se puso en contacto telefónico tanto con ella, como con su abogado, pidiendo que dejara de enviarlas, “porque su traslado era inminente, como muy tarde en julio”.
“Estamos en esta fecha y no ha sucedido. Nos han engañado”, lamentan ahora los familiares del recluso, que lleva “sin ver a su madre enferma y a sus sobrinos desde el mes de marzo”.
Sí le ha podido visitar su mujer, que mensualmente cruza el Estrecho. “Gracias a que trabajo en Balearia tengo descuento en los billetes, pero el mes que viene me quedo al paro y ya no sé si podré ir. Son cien euros de gasto”.
Mientras, José Antonio M.T., espera en una celda de la cárcel ceutí a que un día, finalmente, le lleven de vuelta a la Península. Como medida de presión, ha decidido ponerse en huelga de hambre. Da testimonio de la decisión Moreno, a la que ha llamado en la mañana de este lunes. “Me ha dicho que está harto y que ya no come más hasta que no lo trasladen”.
El preso presenta además un estado de salud delicado, según el relato de su esposa. Padece de epilepsia, por lo que “cuando se pone muy nervioso, se desploma y se queda rígido echando espuma por la boca”. Debido a su estatura, “más de dos metros”, al caer a plomo en uno de sus ataques previos a la entrada en prisión “se fracturó el cráneo”.
Un comentario
Que desatención y que falta de justicia, si el chaval quiere estar en este hotel en lugar de en otro sin tantas comodidades, tiene derecho. Yo lo traía aquí si pero a una residencia de ancianos a que cumpliera ahí su condena y no con tantas comodidades y lujos como tienen los presos. Cambiaría las cárceles por las residencias