El presidente de esta asociación, Kamal Chadad, explica que esta petición no es un capricho, sino que responde a la demanda de los musulmanes asentados en la ciudad y en la comarca, incluidos los de origen español que practican esta religión. Al no haber un sitio exclusivo se ven obligados a trasladar los cuerpos fallecidos a su lugar de origen, lo que significa un coste económico elevado. Lo es porque los viajes no se limitan sólo a Marruecos, sino a sitios más lejanos de África. Dice que sí hay espacios propios en localidades como Jerez o Estepona, pero la mayoría opta por llevarlos al país de su familia para hacer las las visitas más accesibles y frecuentes.
Hay quienes reúnen una parte de su patrimonio para hacer posible este viaje, aunque otros muchos no tienen capacidad económica y entre ellos mismos juntan y comparten. Echan de menos visitar a sus fallecidos en la ciudad donde viven o en alguna localidad a pocos kilómetros.
La concejal de Cementerios, Maribel Álvarez, indica que si bien es verdad que no existe un espacio exclusivo en la ciudad para los musulmanes recuerda que el que hay en Botafuegos es aconfesional y que incluso tiene una capilla para celebrar cualquier tipo de rito. Entiende que el camposanto antiguo tiene una tradición más católica por sus orígenes, pero especifica que hay un patio civil donde se entierra y se enterraban a las personas no católicas. Allí el cuerpo sí se puede quedar bajo suelo, aunque envuelto en un sudario, mientras que el de Botafuegos permanece en fosas de hormigón. El transporte siempre se ha de hacer en una caja. El Ayuntamiento no descarta elevar esta propuesta a la Mancomunidad de Municipios para trabajar en un proyecto de cementerio comarcal .
El rito del entierro musulmán incluye el acto del lavado (Al-Ghusul), que sirve para eliminar los pecados del cuerpo para que el fallecido se reúna con Alá en un estado de pureza, y el cadáver se envuelve (Al-Kafan) en sábanas perfumadas con incieso.