Hola Papá, te has ido, y nos enseñaste a mantener el tipo en las situaciones difíciles, y aquí estamos aguantando, no somos capaces de romper y echar fuera toda la inmensidad del dolor que sentimos porque ya no estés en cuerpo con nosotros, aunque estás siempre con nosotros y lo vas a seguir estando en alma y presencia siempre.
Conservo en el recuerdo el abrazo que nos dimos antes de que empeorases en tu dolencia, un abrazo fuerte, sentido, que me diste y que hacía tiempo que por el tema de la distancia impuesta por este bicho, y cuando estabas resfriado nos decías no, para no contagiarnos el resfriado, en tu siempre afán protector.
Es tanto lo que podría escribir sobre ti, que seguramente acabaría con la reserva de papel del planeta, fueron tantas tus enseñanzas, tanto lo que leíste y de lo que eras capaz de sacar lecturas de aprendizaje, y que nos transmitías, que creo que no he llegado a aprender de ti ni una cuarta parte de tu potencial.
Ya he hablado varias veces contigo, y se que estás conmigo, y con mamá y con cada uno de nosotros, hasta tu nieto dice que tiene conversación pendiente contigo, que cuando baje de Sevilla, tendrá.
Te encantaba conversar, de forma natural y pausada, sabías perfectamente cuando queríamos hablar contigo, persona de un alto concepto de los valores, y de principios férreos, siempre tenías oído para una conversación, pero cuando digo conversación lo digo en sentido amplio, profundo, de gran escucha activa por tu parte, nos mirabas siempre a la cara, viendo nuestras expresiones, y con una paciencia infinita.
Desde aquí quiero siempre agradecer a Dios por haberte tenido, podido disfrutar y aprender un poquito de ti, con tu gran humildad reconocida siempre, y a veces no entendida, pero siempre con una buena y sana intención de ayudar.
La vida ha sido un precioso camino que tu has sabido aprovechar a tu manera, pero siempre desde la libertad, la integridad, y el perfeccionamiento y exigencia que siempre te proponías para conseguir un mejor resultado.
Eres la máxima expresión del “Tu puedes”, nunca te rendías, y hasta el final has luchado con fuerza y energía, esa que siempre nos transmitías, venga, venga, que puedes, con una gran cabeza para la planificación, tenías un alto concepto del orden, tu orden.
Gracias por haberme escogido como hija, “ la primogénita” como me llamabas, o Mari o Isabel Mari, Gracias por haber estado siempre ahí en los momentos duros de la vida, en mis dos partos, Gracias por enseñarme a saber estar y agradecer siempre por lo que tengo, Gracias por tu educación, mucho de autodidacta porque te encantaba aprender, aprender siempre, y te has ido aprendiendo, y enseñando también, Gracias Papá, sigue acompañándome el resto de mi vida, Te Quiero, Te Queremos, y como te dije cuando te llevaban a la UCI, mamá te adora, como todos, Gracias papá, Gracias.