Eran las cinco de la mañana cuando José y Francisca estaban durmiendo junto a su nieta, que esa noche se había quedado con ellos. “De repente, escuchamos unos golpes fortísimos y vimos cómo echaban la puerta al suelo. Creíamos que eran ladrones, pero eran cuerpos de élite, con linternas y metralletas”, relata a Efe José, aún asustado.
Los agentes de la Guardia Civil habían confundido el domicilio de José y Francisca con el de un narco al que buscaban.
Primero detuvieron al hijo de esta pareja, que estaba durmiendo en una pequeña casa adyacente a la de sus padres y después “entraron en casa. Escuchamos romper los cristales y, sin darnos ninguna explicación, me tiraron al suelo, me dieron un golpe en la cabeza y me hirieron”, señala José.
“Mi mujer es diabética y estuvo a punto de que le pasara algo. Yo también padezco del corazón y tenía miedo de que una de las válvulas saliera pitando, porque uno de los agentes estaba encima mía achuchando con la rodilla”, continúa su relato.
Los agentes esposaron con bridas al hombre y a la mujer, que todavía tienen marcas en los brazos y moratones por otras partes del cuerpo.
Lo peor para este matrimonio fue la ausencia de explicaciones y que durante mucho tiempo no los quisieron escuchar: “Nos tuvieron durante cuatro horas ahí tirados y sin dejarnos hablar. Cada vez que pedía que no le hicieran nada a la niña o que me trajeran a mi hijo me decían que me callara”.
“A base de mucho insistir, me trajeron a mi hijo y nos pusieron en una silla mirando a las paredes de espaldas el uno al otro, para que no pudiéramos hablar”, prosigue José.
La orden judicial había confundido la casa de José y Francisca con la de un importante narcotraficante. Finalmente, José pudo decirles que “ni aquí vive este señor ni yo soy un narco de los gordos. Registraron toda la casa, la cisterna, la piscina, todo. Y fue una situación muy violenta, porque por más que les decíamos que se habían equivocado, seguían en sus trece”.
Explica los perjuicios que les ha supuesto la confusión: “Moralmente, nos han dejado hechos polvo. Lo que peor llevamos es lo de mi nieta, porque por las noches lo pasa mal. Llora y dice que llegan los ladrones, y eso que era la Policía. Hay días que se queda con nosotros, pero por la noche no se quiere quedar”.
Este jubilado explica que lleva veinte años viviendo en esta casa. “¿Nadie se da cuenta de que la persona que vive aquí no es un narco? Nunca pensé que en mi casa iba a tener yo peligro”.
El matrimonio ha interpuesto una denuncia en el juzgado de instrucción número 5 de Estepona (Málaga), que fue quien instruyó las actuaciones y esperan “una disculpa de alguien, que venga y nos diga que se han equivocado. Ha sido un error clamoroso”.