La combinación de ese flujo de personas con factores nuevos en el tablero de las migraciones, como el cierre en la práctica del espacio aéreo durante el estado de alarma, que impide tanto hacer repatriaciones como redistribuir a los llegados por otros puntos de España, o la cuarentena obligatoria de 14 días para todo el que entre en el país (dictada pensando en los turistas, pero aplicable también a las pateras), está llevando al límite de su capacidad a la red de acogida en islas como Gran Canaria y Fuerteventura.
Cuando junio solo acaba de comenzar, Canarias está a punto de superar las cifras de entrada de inmigrantes en patera de 2019, que ya marcaron un récord desde el final de la crisis de los cayucos de hace una década. Si a 31 de diciembre habían llegado por esa vía a las islas 2.698 personas, a 4 de junio de 2020 se cuentan ya 2.552.