Ambos iban vestidos con el uniforme de los trabajadores portuarios, por lo que en un primer momento sus movimientos pasaban desapercibidos para el resto de empleados de la terminal.
Tras observar que portaban varias mochilas sospechosas, los investigadores decidieron interceptarlos e inspeccionar las bolsas, en cuyo interior encontraron unos 55 kilos de cocaína.