Fue un acto que, sin su dosis lógica de amargura y emoción, nos dejó un fantástico sabor de boca a todos los que acompañamos a esas viudas y a esos huérfanos.Algeciras es una ciudad que reconoce a sus héroes, y que sabe ser agradecida. Tal vez sea nuestro carácter sureño y a abierto a los mares el que nos lleva a reconocer a todo aquel que lo merece. Y lo hacemos sin sectarismos, sin mirar el color o las banderas. Así, a lo largo de los años en que he tenido el honor de representar a los algecireños, igual hemos inaugurado una avenida en homenaje al ex-alcalde comunista Paco Esteban que hemos nombrado otra con el nombre de la Guardia Civil. El objetivo era el mismo en ambos casos: reconocer un mérito. Otra importante vía, la que acoge la nueva Comisaría del CNP, fue designada con el nombre de la Policía Nacional. Pero hubo calle también para nuestra desaparecida poetisa y activa militante social, Julia Guerra. Y a la que fue presidenta de la Asociación de Mujeres Progresistas, la socialista Maribel García Revilla, la honramos tras su muerte con la Medalla de la Palma.
Al político comunista y activista vecinal Manuel Pereña le nombramos Hijo Adoptivo. Igual que hicimos con el párroco del Corpus Sebastián Llanes. Hemos dado a los algecireños la oportunidad de jurar la bandera de España en su tierra, y hemos hecho disfrutar a todos con unos desfiles legionarios cuyo recuerdo permanecerá indeleble en nuestra historia. Y, si alguien pensaba que aquellos momentos castrenses obedecían a especiales preferencias de mi equipo de gobierno, las sucesivas izadas de la bandera del arcoíris el Día del Orgullo Gay les habrá devuelto a la única realidad que nos mueve: la tolerancia con todas las formas del pensamiento, la solidaridad, el respeto a la pluralidad constitucional y la gratitud. Difícil recordar a todos esos colectivos que en estos años han recibido nuestro aplauso público: el Banco Alimentos, la Cruz Blanca, la Casa de la Esperanza, Comedor de Cáritas, la Cruz Roja, los profesionales del Hospital Punta Europa, el 061…
Tengo que felicitar a todos ellos y a los algecireños, especialmente, a los que promueven esos reconocimientos públicos con la clara finalidad de elevar a quien lo merece al pedestal de nuestra historia y proponerlo así como modelo de servicio a las futuras generaciones. También me llenan de orgullo todos esos ciudadanos anónimos que participan en estos actos honrándonos con su presencia. Sé que no todas las decisiones gustan a todos por igual, pero todas estas han sido tomadas con el firme convencimiento de que un alcalde debe gobernar para el completo conjunto de sus ciudadanos. Así entiendo yo la democracia y el necesario consenso. Y así creo que debemos acostumbrarnos a trabajar todos los representantes públicos. El fin lo merece.