¿Vemos una peli? Un lugar tranquilo. La brillantez del silencio

IAM/Redacción. “Un lugar tranquilo” es una de las mejores películas de terror que la industria cinematográfica estadounidense ha hecho en los últimos años.

John Krasinski ha dado en la tecla del pánico coescribiendo, dirigiendo y coprotagonizando este filme junto a una brillante Emily Brunt.

 

 

La humanidad ha sido arrasada por unos monstruos alienígenas ciegos que, en compensación a su deficiencia visual, tienen un odio increíblemente agudizado. Un ruido mayor a la caída de una hoja alerta su sentido y se abalanzan en segundos sobre lo que lo haya provocado, devorando cual bestias que son.

 

 

La familia Abbott compuesta por el matrimonio Krasinski y Brunt junto a sus tres hijos, ha sobrevivido a esta barbarie y vive recluida en el bosque haciendo malabares para alargar su existencia sin emitir sonido alguno. La mayor de sus hijos es sorda, lo que incrementa la tensión, ya que no es capaz de detectar cualquier ruido que ella misma pueda hacer. Esto también justifica dignamente que la familia conozca y pueda comunicarse mediante el lenguaje de signos.

 

 

Por lo tanto el diálogo es ínfimo. He aquí la cumbre de su brillantez. Krasinski ha conseguido que el silencio sea el arma más poderosa para crear una expectación constante en el espectador y, la verdad sea dicha, una terrible angustia. Los sobresaltos son intensos e inesperados, algo que hoy día es difícil de lograr con tanto cine de terror que llevamos en la mochila. Un despiste, la mínima caída de un objeto… Pueden ocasionar un resultado fatal.

 

 

Y ahí nos encontramos el público, formando parte de manera inconsciente de la familia Abbott, con los músculos y el cerebro en tensión para que estos supervivientes no transgredan las leyes de la cautela. Entramos en la película desde el minuto cero. Qué más se puede pedir.

No sabemos cómo ni por qué llegaron los alienígenas a nuestro planeta, ni nos interesa. Pelis de marcianos hay muchas. “Un lugar tranquilo” utiliza el terror para abordar un tema universal: el espíritu de supervivencia del ser humano. 

Para ello cobra gran importancia la solidez familiar. El amor que unos a otros se profesan es clave para seguir viviendo. Hay momentos de ternura que pueden hacer llorar a los más sensibles, lo que supone un contrapunto al elemento terrorífico y lo refuerza aún más.

 

 

Las interpretaciones son magistrales encabezadas por una Emily Brunt que grita en silencio la magnífica actriz que es. Los jóvenes Noah Jupe y Millicent Simmons encajan perfectamente en su rol de niños avispados que han tenido que madurar de golpe para no perder la cabeza, sin llegar a la pedantería tan típica y errónea de muchas interpretaciones infantiles en las que un colegial parece hablando un cincuentón de metro y pico.

 

 

Los más escépticos pueden ponerse quisquillosos planteando cuestiones lógicas sobre cómo los Abbott han conseguido sobrevivir al exterminio sin emitir sonidos naturales como los propios inconscientes del cuerpo, ronquidos, una flatulencia indiscreta… Tienen razón, dolores de barriga que tendrán los Abbott…

Pero no seamos tan listillos y pasemos por alto las leyes de la naturaleza porque “Un lugar tranquilo” tiene la maestría de contar una historia que en pleno siglo XXI es merecedora de  ser calificada como original. Pocas películas de terror pueden jactarse de ello hoy día.

Solo una advertencia al espectador. No hagas ruido.

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