IAM/ALJ El TTIP (por sus siglas en inglés) es un Tratado de Libre Comercio entre la Unión Europea y Estados Unidos que se está negociando desde 2013, en cuyo texto secreto se pretende reducir el nivel de protección de los derechos de los europeos en salud y medio ambiente, el principio de precaución de nuestras leyes y las regulaciones existentes. Este tratado es una camisa de fuerza impuesta por los Estados Unidos a Europa. Francia ha dicho que no, ¿cuándo lo dirá el Gobierno español?
El TTIP, por sus siglas en inglés, es un tratado de libre comercio, desconocido por la generalidad de la gente, que se está negociando en secreto entre Estados Unidos y la Unión Europea. La aparente tecnicidad del tema enmascara la importancia de los objetivos que se están negociando a escondidas de la mayoría de los europeos. Si este proyecto llegara a firmarse, la vida cotidiana de 500 millones de europeos se verá modificada drásticamente.Anoche en el programa “El Objetivo” de Ana Pastor en la Sexta, se analizó este tratado de libre comercio que se negocia con confidencialidad y sin transparencia desde 2013, pues las propuestas americanas son secretas. Y así seguirán por 30 años todos los documentos y propuestas de la parte americana.
¿Por qué? ¿Qué esconden? De ahí los normales recelos de la opinión pública europea sobre este tratado llamado TTIP.Por fin esta semana, gracias a Greenpeace Holanda, hemos conocido un borrador de la negociación de 248 páginas que se ha filtrado por las redes a la opinión pública, donde se confirma la opacidad de las negociaciones y la total rebaja de los estándares normativos europeos y de las subvenciones a nuestra agricultura. “Leyendo estos documentos llegamos a la conclusión de que la negociación debe pararse, porque los negociadores no están actuando en defensa del interés público europeo”, dice Greenpeace.
En un libre comercio total, libre de derechos arancelarios y cargas que afecten a las exportaciones e importaciones como quieren los americanos, normalmente el grande se come al chico, sobre todo, si el grande hace trampas y además rebaja la regulación europea y los “principios de precaución” que garantiza la posibilidad de legislar para proteger la salud pública o el medio ambiente y que no se mencionan ni una vez en los textos conocidos.
Lo que los negociadores de este tratado transatlántico pretenden es la instalación de la empresa en el centro de las relaciones sociales como forma universal del gobierno de las conductas, como modo de producción de la existencia individual, como único horizonte de esperanza para Europa.
Ante nuestros ojos está teniendo lugar una metamorfosis que convertirá a la sociedad humana en una sociedad mercantil o por acciones. Donde los conflictos o disputas entre empresas y autoridades en territorio ajeno, según el TTIP, no se resolverían en los tribunales de justicia de los países europeos, sino solo con arbitrajes técnicos entre las partes.Con este tratado el orden democrático no podrá cumplir sus promesas y tendrá que renegar de sus principios. Y ya sabemos que el orden mercantil no tiene principios.
El ejercito de los lobbies o grupos de presión solo atienden al mandato del dinero. Así que si nadie lo remedia una nueva ola de liberalización invadirá Europa con la firma de este tratado tan dañino para nuestros intereses.La Administración de Obama habla del TTIP como si se tratará de un acuerdo comercial global para el siglo XXI. Pero en cierto sentido, se trata más bien de la OTAN del siglo XXI, un pacto económico o comercial que más bien parece un pacto militar. Un pacto internacional en el que participan los 28 países de la Unión Europea pero de cuyo contenido solo se han enterado los diputados del Parlamento Europeo pero con acceso restringido y solo en salas de lectura.
El rechazo social al tratado se hace evidente en las calles, con grandes movilizaciones en Alemania y Francia. Los ciudadanos europeos tienen la impresión de que los acuerdos comerciales del TTIP no tienen en cuenta los intereses de los ciudadanos. Así que el tratado tras tres años de negociación se ha estancado, pero no solo por el rechazo ciudadano sino también porque los Gobiernos de Alemania, Francia y el Reino Unido están dispuestos a cambiar sus posiciones a favor del tratado si la presión social aumenta.Alemania y Francia tienen elecciones el próximo año. Y Merkel y Hollande están en momentos bajos de popularidad por lo que puede haber cambios en su apoyo al TTIP. Hollande en febrero de 2014 aseguraba: “Ir rápido en las negociaciones del TTIP no es un problema, es la solución”.
Ahora advierte: “Si no hay transparencia, si hay peligro para los agricultores y los trabajadores franceses, no lo aceptaré”. Mientras, el Gobierno de España sigue en funciones y sin saber si somos ganadores o perdedores en esta negociación. Normal en este Gobierno de ineptos al servicio de las elites económicas europeas y españolas. Pero, en esta negociación del TTIP, además a la norteamericana enviando señales permanentes de su sometimiento a Washington y a sus intereses económicos. En este país hace falta un cambio Ya.