Según los editores de papel, y pese a los malos augurios, no se sienten vencidos porque ahora reman con los dos formatos y dicen que posiblemente cada día habrá menos libros de papel, pero serán mejores. Y es que el soporte es precisamente eso, un soporte, y lo principal seguirá siendo el contenido.No cabe la menor duda de que los soportes del libro han ido cambiando a lo largo del tiempo. De la misma manera que la imprenta creó el periodismo y géneros literarios como la novela, también el mundo digital traerá consigo novedades que no alcanzamos todavía a imaginar.Sin embargo, no hay que olvidar el hábito de la lectura, un arte esencial que a lo largo de los siglos ha servido para aprender, estudiar y conocer el mundo. Y que hoy tiene un posible peligro en internet. Porque como advertía el erudito canadiense MacLuhan cada medio tecnológico nuevo transforman al individuo y la sociedad. Y el tiempo le ha acabado dando la razón.Ahora el conocimiento está almacenado en el espacio y cualquiera puede acceder a él apretando los botones indicados. La memoria y el esfuerzo intelectual ya son prescindibles, o mejor dicho, patrimonio exclusivo de las pantallas y de los ordenadores. Esto le está causando daño a la escritura y a la lectura. No dejo de escuchar a estudiantes, profesores y amigos decir que han dejado de leer. Pero no entiendo por qué si la lectura se puede hacer igual en papel o en pantalla.Leer no está anticuado, y compartir su enseñanza es un acto superior por lo que no se debe permitir que la sociedad actual pierda ese hábito y se deje manipular por las nuevas tecnologías. Los jóvenes han delegado su mente en las maquinas y posiblemente algunos leen y escriben más que antes pero de forma superficial. Dicen que con internet todos saben de todo, lo que equivale a decir, que nadie sabe de nada. La lectura, la escritura y el saber son algo activo, por lo que no se debe delegar en un aparato o instrumento que archiva y procesa y comparte la información pero también tecnologiza la palabra y la creación. Me pregunto, si este triunfo de la sociedad de la imagen acabará con el “homo sapiens” a favor del “homo pantallus”. Dios no lo quiera.