IAM/ALJ El Roto decía en una de sus viñetas de El País: “Queremos otros Gobernantes, a ver si al menos cambiamos de problemas”. En este país los problemas son siempre los mismos, la sanidad, la educación, el empleo y las pensiones, y su reforma es estructural, por tanto, siempre necesaria pero siempre aplazada.¿Qué se está dejando de hacer en nuestro país? ¿Qué le urge a España? Si se pregunta a los especialistas, la respuesta es básicamente “de todo”. La agenda de reformas es tan amplia como la imaginación de cualquier emprendedor político pueda soñar. Pero una cosa es que haya que hacer cambios y otra que exista consenso entre los partidos sobre qué tipo de retoques debe hacerse o son los más adecuados.El final de la crisis, tan precaria y desigual, hace quizás más urgente coser las cicatrices de la misma. Poniendo en orden, por ejemplo, las rentas mínimas, el paro joven, el de larga duración, la temporalidad en el empleo, las heridas que ha dejado haber gastado menos en educación y sanidad, y en la financiación autonómica y los ayuntamientos.Desde las elecciones de diciembre de 2015, España vive su peor era de producción legislativa de la historia de la democracia. Pero el Gobierno de Rajoy parece vivir muy cómodo sin una agenda clara. El PP es más un partido de “statu quo”, y no aprobar leyes no es una tragedia para ellos. Además viene de una legislatura con mayoría absoluta (2011-2015) donde reformó leyes, hizo ajustes y tomó todas las decisiones que creía necesarias.La oposición tampoco parece dispuesta a desvelar sus mejores cartas, sobre todo ahora que las reglas del juego han cambiado en España. Los votos ahora se reparten entre cuatro partidos y no entre dos como antes. Y nadie tiene claro cómo reaccionarán sus votantes ante nuevos gestos o propuestas. Su gran preocupación no son los problemas del país, sino la forma de aumentar sus votos en las siguientes elecciones.Así que tanto Gobierno como oposición tienen su propia responsabilidad. El PSOE por haberse enzarzado en una desoladora lucha interna, y después, por renunciar a poner en evidencia a Ciudadanos, quizás pensando que un día puedan necesitarles. Ciudadanos, el partido que se presenta como renovador de la escena política española es, precisamente, el partido que sostiene al Gobierno de Rajoy y su estrategia paralizante. Sin el apoyo de Albert Rivera todo el mecanismo puesto en pie por el PP se vendría abajo. Y Podemos ha entrado en estado de hibernación y es incapaz de sacudirse la capa de hielo que le atenaza. De momento Rajoy, Sánchez, Rivera e Iglesias ensayan nuevas zancadillas mientras giran y giran como en el viejo juego de la silla a ver quién ocupa la que queda libre. Es, lo que hacen, esperando nuevas elecciones. Y mientras tanto España está paralizada y los problemas aplazados y sin resolver. Y, lo que es peor, dejando que el tiempo transcurra tan estéril como irresponsablemente. Qué país y qué políticos.