Rafael Fenoy Rico Secretario de Comunicación CGT
2011 ha sido un año trágico para millones de personas que han perdido no sólo el trabajo sino también una parte importante de sus vidas. Precisamente porque CGT es la Confederación General del Trabajo, no sólo de trabajadores y trabajadoras, podemos analizar las distintas situaciones sociales (que afectan directamente a las vidas de las personas) y económicas desde una perspectiva especial. Soy humano, nada de lo humano me es ajeno, como decía Terencio, expresando un sentimiento de profunda solidaridad, “Homo sum, humani nihil a me alienum puto”. Porque al fin y al cabo somos seres humanos, muchos millones, los que sentimos y padecemos las circunstancias tan adversas de esta suma de crisis que nos impacta brutalmente.
Muchas personas, pequeñísimos, pequeños y medianos empresarios y empresarias han sentido directamente en sus carnes y patrimonio el azote de la quiebra, del cierre de sus micro empresas, y del despido consecuente de los trabajadores y trabajadoras que para ellas trabajaban. En el camino se han dejado años y años de trabajo, salud, relaciones familiares deterioradas hasta el borde o centro de la ruptura, sus hogares, sus talleres, tiendas, sus vehículos… Por ello son dignos de ser recordados cuando se nos viene a la mente los centenares de familias que conocemos, de las que somos amigas y amigos, en las que nadie trabaja porque no hay trabajo, donde no entra un euro o los pocos centenares que se reciben no llegan ni para raciones alimentarias, donde se ha perdido la casa, el coche, todo lo que se tenía hipotecado, y el oro desapareció hace meses o incluso años empeñado en el altar de salir adelante como sea.
Este 2011 no hemos conocido ni una buena noticia y aquella que nos llegaba como tal era un mero espejismo reflejado en el dicho de “mal de muchos, consuelo de tontos” o la consciencia de que siempre hay alguien tras nuestra que recoge las cascaras del modesto fruto que nos estamos comiendo. Se nos echa en cara, a la ciudadanía en general, que hemos vivido por encima de nuestras posibilidades, que no hemos debido malgastar en tiempo de bonanza, que nuestra productividad ha sido deficiente… A buenas horas mangas verdes. No podemos aceptar que se culpabilice a todo el pueblo de aquello que han fraguado los poderosos, sean quienes sean. Porque ese pueblo ha sido engañado, día a día mediante los potentes mensajes recibidos, mostrándole el mejor de los mundos en el que se vivía, parangonando nuestra economía con la de los 7 grandes (por cierto Italia era la séptima), dejándonos sentarnos en el foro del G20… y todo ello porque se especulaba a mansalva con las hipotecas y los pelotazos inmobiliarios.
También es cierto que en este 2011 se nos ha caído la venda a muchos millones de españolas y españoles y que nos estamos aplicando vaselina ante los ajustes que de una forma u otra nos imaginamos deberemos padecer como pueblo. Porque por eso somos lo que somos, un pueblo desunido y fragmentado en nacionalismos, localismos, banderías, partidos políticos y hasta cofradías de todo signo y condición. Siempre en un empeño de dividirnos hasta el punto de que nos consideremos individuos aislados, pequeñísimos seres vivos que necesariamente deben doblegar su exigua voluntad ante el poder omnímodo del capital, verdadero artífice de todo lo bueno y bello, que podamos imaginar. Al menos eso nos dicen, repitiéndose una y otra vez con machacona reiteración, hasta que cala en nuestras humanas “efímeras almas mortales”. Desde los parlamentos, tribunas mediáticas y pulpitos se insiste en la necesidad de pagar por nuestras culpas, ya que la crisis no puede ser culpa más que de nosotras y nosotros, derrochadores de anónimas vidas microscópicas, pero que a fuerza de querer vivir llevamos a la ruina a los grandes bancos y entidades financieras. Por todo ello nuestro Banco Central Europeo ha prestado al 1% de interés casi 500.000 millones de euros. Una cantidad que no cabe en cabeza humana “normal”, y que unido a los más de 400.000 millones que les “regaló” en 2009 hacen un monto cercano al BILLON DE EUROS. Cifra astronómica que se instala en las dimensiones astronómicas tanto temporales como espaciales. Posiblemente alguien piense que esto calme a la “bestia capitalina”, pero volverá a equivocarse porque el capital nunca se sacia, siempre requiere de más y mayores sacrificios humanos y a la humanidad esclavizada sólo le queda el camino de pararlo en seco. ¿Cómo? He ahí la gran pregunta.