Los ERTE vinieron para quedarse. Por Ángel Luis Jiménez

En este 1º de Mayo los secretarios generales de los sindicatos CCOO y UGT han valorado los 13 acuerdos fruto del dialogo social. De entre ellos, destacaban los seis ERTE de la pandemia, que impidieron la pérdida de más de tres millones de puestos de trabajo y situaron a nuestro país en una mejor posición para recuperar el empleo y la actividad cuando se han relajado las restricciones pandémicas. Hoy se superan los 20 millones de cotizantes a la Seguridad Social.

El Gobierno hizo frente a la crisis de la pandemia de forma notable desde el punto de vista sanitario, pero además construyó un “escudo social” con medidas como los ERTE, protegiendo tanto la economía como a las personas trabajadoras o más afectadas por las medidas adoptadas para combatir la Covid-19. Ahora, además, se han conseguido Fondos europeos para la reactivación económica en un volumen importantísimo.

Gracias a los ERTE, por primera vez la caída del PIB no produjo una gran pérdida de empleo. Sólo en el Campo de Gibraltar, las 13 compañías de la Asociación de Agencias de viaje Puerto de Algeciras han retomado su actividad tras la recuperación del tránsito de viajeros de las líneas del Estrecho, volviendo unos 100 trabajadores en ERTE a su puesto de trabajo. Y ya están engrasando la maquinaria para que en junio arranque la Operación Paso del Estrecho con más tres millones de pasajeros.

En la legislación española, un Expediente de Regulación Temporal de Empleo, abreviado y también conocido popularmente como ERTE, es una modalidad de expediente de regulación de empleo (ERE), que se puede aplicar sin tener en cuenta el número de trabajadores que tenga la compañía y está regulado por el artículo 47 del Estatuto de los Trabajadores.

Una empresa en una situación excepcional puede obtener autorización para suspender los contratos de trabajo de sus trabajadores o reducir sus jornadas de manera temporal, pero sin despedirlos, cuando atraviese por dificultades técnicas, organizativas que pongan en riesgo la continuidad de la compañía, ​como ha ocurrido con la pandemia del COVID.

La innovación de esta pandemia ha acabado con la idea de que la flexibilidad del mercado laboral debía abarcar siempre el despido. Los ERTE, adoptados de varias maneras en casi todo el mundo desarrollado (con la excepción de EE UU), han permitido mantener casi intactas las relaciones laborales y generar una recuperación del empleo mucho más rápida.

En cierta medida es lo que recomendaba la teoría económica: en general es más eficiente reducir las horas trabajadas que despedir al trabajador, ya que minimiza la fricción y el coste originados, tanto por el despido como por la subsiguiente contratación. Pero la idea de subvencionar este proceso era un tabú, ya que se temía que impidiera la reasignación de recursos y generara legiones de empresas zombis.

Al final, los temores han sido infundados, y el impacto presupuestario de los ERTE, considerando la mayor recuperación económica que han generado, será neutral o incluso negativo. Los ERTE vinieron para quedarse. Esta es una buena noticia, pero siempre que se gestione bien el rápido aumento de los precios, porque un fracaso inflacionista pueda hacer olvidar el éxito de la rápida recuperación del empleo. Y eso sería un desastre para el crecimiento futuro de este país.

En un Estado social y democrático de Derecho, como el nuestro, las cargas hay que repartirlas para que los problemas económicos o, ahora, de inflación no recaigan siempre sobre los mismos: los trabajadores. Porque a la larga también recaería sobre las empresas. Por eso son acuerdos tan importantes los incrementos del SMI (Salario Mínimo), el IMV (Mínimo Vital), la reforma de las Pensiones o la Reforma Laboral, que mejora el porcentaje de contratación indefinida hasta una dimensión desconocida en las últimas cuatro décadas. En este 1º de Mayo, seguimos defendiendo y conquistando derechos. Vamos bien.