La religiosidad popular.Por: Ángel Luis Jiménez

IAM/Redacción La mayoría de los algecireños y andaluces, pertenecientes a clases y sectores populares, han aprovechado todos los resquicios del ritual religioso oficial para, por ejemplo, convertir el dolor litúrgico de la Semana Santa en alegría y fiesta. Los tronos de María dolorosa los convertimos en tronos sensuales de luz, colores y olores, en un triunfo de la naturaleza y la vida; y la muerte de Cristo en un motivo estético. Sin, por ello, negar la dimensión religiosa de tales fenómenos. Eso es para mí la religiosidad popular.

 

Esta semana con permiso de la autoridad, eclesiástica por supuesto, y si el tiempo no lo impide, las calles del Campo de Gibraltar y de Andalucía se llenaran de procesiones, de desfiles de nazarenos, penitentes, imágenes bajo palio o en pasos de misterio… Un año más con un ritual que, en la práctica, no solo es una expresión de religiosidad popular, sino de la tradición y también una puesta en escena -de considerable valor histórico artístico- que no decae, sino que crece, gracias al apoyo y la colaboración de ayuntamientos y otras instituciones.

Quizás no fuera así en su origen, pero la apropiación popular de la Semana Santa la ha convertido en una fiesta de todos. No es extraño que ante uno de los más eficaces rituales de nuestra ciudad, distintos estamentos pugnen por capitalizar sus virtudes como herramienta de ingeniería social. Esta y no otra es la razón que subyace en la resistencia del estamento religioso para reconocer el indudable componente secular que ha adquirido nuestra mayor fiesta popular, y esta es también la razón del Ayuntamiento para seguir empleando la Semana Santa como herramienta para afirmar su autoridad sobre la comunidad simbólica que conformamos los y las algecireñas.C

omo ritual secular que es, la Semana Santa se ha estructurado a partir de transferencias e imitaciones de los ritos religiosos tradicionales para poder seguir cumpliendo la función social que antaño tenía la religión; expresar la conciencia de identidad de un grupo, crear sentido de pertenencia y evocar valores comunes. Los algecireños y las algecireñas de hoy, religiosos o no, estamos llamados a democratizar nuestra fiesta popular.

Enfatizo, nuestra, no de la jerarquía eclesial, ni del Ayuntamiento ni de ninguna ideología o creencia concreta.Democratizar la Semana Santa significa reconocer su carácter secular y su transversalidad para resignificar los valores que recrea y la identidad de nuestra ciudad, adaptándolos a una realidad andaluza y algecireña que afortunadamente hoy se entiende a sí misma identificada con los valores de la igualdad y la libertad y abomina de los restos del clericalismo jerárquico y de su dominio sobre las instituciones y administraciones públicas de nuestra tierra.Democratizar la fiesta es hacerla aún más de todos los algecireños y algecireñas, y lo contrario es precisamente pretender apropiársela o usarla para fines partidistas.

Algunos, conscientes de que son muchos los algecireños y algecireñas que sienten suya la fiesta, pretenden erigirse en sus defensores ante una supuesta y absurda intención maléfica de robarles a los algecireños su fiesta.

Siendo así, ¿por qué iba a tener Podemos algo en contra de la Semana Santa? La Semana Santa es una fiesta popular que muchos sentimos como nuestra. Gente que piensa de forma diferente o vota a distintos partidos puede participar como público, nazareno o costalero.  

No confundamos como decía Antonio Jiménez en su artículo del lunes “laicismo” con “laicidad” pues no es lo mismo. Según el Diccionario de la Real Academia de la Lengua, Laicismo es la doctrina que defiende la independencia del hombre o de la sociedad, y más concretamente del Estado, de toda influencia eclesiástica o religiosa. Laicidad es el principio que establece la separación entre la sociedad civil y la sociedad religiosa. Y además lo constata el artículo 16.4 de la Constitución Española: “Ninguna confesión tendrá carácter estatal”.P

or más absurdo que resulte pensar que un partido democrático pueda pretender restringir una manifestación popular con valor cultural, social y económico como la Semana Santa, por si acaso, permítanme repetir por enésima vez que no, que Podemos no va a quitar la Semana Santa, pero tampoco vamos a dejar que nos la quiten, porque también es nuestra.

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