Una buena noticia de los resultados del 20-D fue que el bipartidismo había muerto, y que una nueva política, más democrática y más europea, había empezado a sustituir a la vieja política. Cinco millones de españoles fueron espectadores en televisión del relevo al bipartidismo en la constitución del nuevo Congreso de los Diputados. Lo nuevo estaba sustituyendo ya a lo viejo.No quiero decir que todo lo nuevo en política sea bueno y dialectico, ni todo lo viejo malo y mentiroso. Sin embargo, en el primer asalto que se está desarrollando en el Congreso de los Diputados se ve quién está por demorar los resultados de las elecciones y quién está por romper el bloqueo y pasar a lo que importa, con propuestas que pueden resultar molestas para los que hasta ahora monopolizaban la política. En este periodo de dialogo, pacto y búsqueda democrática de un nuevo Gobierno, el PP ha renunciado, lo que ha hecho flaquear hasta la fe mariana. El carro ya no tira y muchos de sus miembros se avergüenzan de su partido. Pero como no se van a avergonzar sin son el partido de la Gürtel, Bárcenas, Rato, Matas, Fabra, Púnica y ahora el lio de Valencia. El partido que deja a España con el mismo paro pero con mucha más desigualdad, emigración, pobreza y riesgo de exclusión que antes de la crisis.Aunque la solución a la vieja política del PP no puede ser esta mala copia con rostro nuevo que se llama Ciudadanos, cuya fórmula es seguir beneficiando al capital aunque sea a costa de los de siempre. Liberalismo subvencionado por el Estado para que las empresas puedan seguir pagando miserias. Eso sí, la Sanidad pública le parece maravillosa, aunque no debe atender a los sin papeles. Paradójicamente las infraestructuras, las prefiere privadas. Pactar con Ciudadanos sería como pactar con el PP en diferido.
Desde su primer día en el Congreso Pablo Iglesias y Podemos se han posicionado a favor de una Ley de Emergencia Social. Una ley de sentido común para blindar los derechos de la ciudadanía en vivienda, sanidad y energía. Una Ley para regular las condiciones básicas que garanticen la igualdad de todos los españoles en el ejercicio de los derechos y el cumplimiento de los deberes constitucionales. Y con la que en principio están de acuerdo Pedro Sánchez y el PSOE.Ese es el Podemos que tiene oportunidad de ser alternativa de gobierno, si consigue llegar a algún tipo de acuerdo o pacto de gobierno con el PSOE. Ese Podemos que da miedo a los de arriba y esperanza a los de abajo. No podemos olvidar que el bipartidismo se ha partido, pero no se ha roto. Y asuntos nada corrientes que amenazan nuestra democracia siguen igual: corrupción, desigualdad, emancipación de las elites financieras de todo control, cartelización de los partidos y falta de rendición de cuentas entre poderes. Todo seguirá igual si no llegamos a un consenso entre todos los partidos de progreso para ponerle remedio, para que así la nueva política sustituya a la vieja.
Albert Camus escribía “todos tenemos derecho a nuestras propias utopías, deseos e ilusiones, pero nuestra patria común es la realidad”. Y, en estos momentos, la realidad española que a todos nos concierne por igual es la inequívoca opción ciudadana, en las elecciones últimas, por un sistema político más equilibrado plural y asentado en el recurso sistemático al dialogo, a la negociación y al pacto. En esta transición hacen falta compromisos entre actores diferentes, que posiblemente tienen voluntades diferentes, pero que deben llegar a algún tipo de acuerdo para gobernar, porque volver a las urnas daría lugar a un nuevo empate que no resolvería nada.