La estrategia de la crispación. Por: Ángel Luis Jiménez

Cada nueva legislatura en el Congreso de Diputados nos encontramos con una derecha menos moderada. En privado, algunos diputados del PP se muestran horrorizados por las opiniones de Cuca Gamarra o de sus aliados de Vox. Pero, lo que piensen los diputados del PP, no resulta importante. Importa lo que hacen, y lo que apoyan sin dudar: la estrategia de la crispación y el extremismo radical de Vox.

 

El neoliberalismo optimista prometía que la globalización iba a traer prosperidad para todos. Planteaba un futuro que no se cumplió o solo se cumplió para algunos segmentos de la población. Ahora el neoliberalismo es pesimista, enfadado, y asegura que no hay para todos. Por eso en todo el mundo se está viendo una oleada reaccionaria muy importante, favorecida por el cinismo y el nihilismo del momento. Si no vale la pena cuidar nada, ni las instituciones, ni el planeta, ni a tu vecino… todo está permitido.

Ni siquiera en las redes hay un terreno cultural o de valores mínimo. Los algoritmos favorecen que escuches siempre aquello que estás predispuesto a escuchar y que te relaciones solo con aquellos que piensan como tú. En el plano doméstico español, la derecha ha teorizado sobre la patria dando a entender que le sobra la mitad de la población porque no es suficientemente española, habla otras lenguas, o tiene ideologías que son foráneas.

Parte de la frustración de la derecha es que el PSOE ya ha gobernado el doble de tiempo que ellos. La estrategia de crispación tiene que ver con dividir la fortaleza que pueda tener el adversario, desmovilizar a sus votantes, y bloquear algunas políticas que han sido su obsesión. La derecha también es muy hipócrita, no ha tenido reparo en pactar con el nacionalismo catalán cuando lo ha necesitado. Aznar pactó en su día con Jordi Pujol o habló del movimiento vasco de liberación.

No me gusta el término polarización. Tampoco la posibilidad de que esa polarización nos deslice peligrosamente hacia la equidistancia. Desde 2017 o 2018, ha habido un aumento de la agresividad de las fuerzas reaccionarias que se expresa en el debate público, en la calle y en la convivencia. Pero eso no es una polarización, porque no se está produciendo en ambos lados. Solo hay un envalentonamiento en la calle, en las redes sociales, y en la discusión mediática de los sectores reaccionarios.

La crispación le sirve a la derecha como velo. Es una manera de ocultar la desigualdad que existe y la relevancia que tienen algunas políticas sistemáticamente boicoteadas por la derecha, como las que refuerzan la sanidad o la educación pública o las políticas fiscales redistributivas. Estas son algunas de las cuestiones que se ocultan a la ciudadanía con la polarización.

Algunas personas deberían ser coherentes con su pasado. Por ejemplo, respecto a la amnistía, en 1986, el Gobierno de González aprobó un real decreto sobre extinción de responsabilidades a funcionarios donde una de las razones para poder extinguir las responsabilidades era una ley de amnistía. Es decir, reconocía que las amnistías podían ser constitucionales. Las cosas están muy claras jurídicamente, quien no quiera verlo es porque quiere estar ciego. Ni siquiera tengo duda sobre los efectos políticos positivos de la amnistía.

Se han mejorado muchas cosas, si comparamos la España de comienzos de los ochenta con la actual. Aunque me gustaría que fuéramos como otros países más igualitarios. Pero vamos poco a poco. Esta derecha no ayuda y con Vox gobierna cinco comunidades autónomas y más de 140 grandes ayuntamientos.

Feijóo se presentó a la investidura mirando directamente al retrovisor y sin ser capaz de mirar hacia el futuro del país. Ahora se debe a las consignas de la ultraderecha, y en vez de ponerle un cordón sanitario le ha puesto alfombras rojas para que entren en las instituciones que gobiernan con grave perjuicio para el progreso social del país.

Pero estamos en el tiempo de Pedro Sánchez, que ha dicho: “Tenemos muy claro que queremos encabezar un gobierno para consolidar las políticas de igualdad, cohesión territorial, bienestar y avances iniciados en el último mandato”.

El Partido Popular se ha vuelto un partido extremista en toda regla, tanto en las cuestiones económicas como en las sociales. Por eso hay que evitar la repetición electoral y no dar una segunda oportunidad a la derecha. España se convertiría en un país mucho más cruel, menos seguro, y con mucha más miseria con un gobierno del PP y Vox.

Además, el PP no nos dejará tener un debate menos apocalíptico y más constructivo sobre la amnistía, sobre todo, cuando conozcamos en detalle esa ley. Ahora, cuando aún no se sabe a ciencia cierta su contenido, la oposición ha desplegado un ataque brutal. Por tierra, mar y aire. Pero a pesar de todo creo que habrá acuerdo, habrá investidura y no habrá repetición electoral. El pacto parece retrasarse, pero no perdamos de vista que el plazo no expira hasta dentro de tres semanas. Aún queda tiempo.