El partido Ciudadanos, Andalucía y el cambio.Por: Ángel Luis Jiménez.

IAM/ALJ Albert Rivera de Ciudadanos se ha equivocado e insultado a los andaluces con su frase: “No vengo a darles pescado a los andaluces, sino a enseñarles a pescar”.

 

El partido catalán Ciudadanos dice a través de su voz e imagen pública, Albert Rivera, que aspiran a presentarse en un centenar de municipios catalanes, lo cual es normal, pero lo mismo en Andalucía, lo que no me parece lógico, sobre todo si en su primer acto electoral en Sevilla para las autonómicas andaluzas -según las encuestas formarán grupo parlamentario propio en el Parlamento de Andalucía-, se le ocurre decir: “No vengo a darles pescado a los andaluces sino a enseñarles a pescar”. Por lo visto no sabía que hace tres mil años los tartessos y los fenicios ya pescaban en Andalucía, sin que hubieran venido los catalanes a enseñarnos a pescar. Qué ignorancia, qué falta de conocimiento y qué falta de tacto del señor Ribera. Y el aspira a gobernarnos, a través de su gente en Andalucía. Qué insulto para nuestra inteligencia.Desde 1982 este año electoral es el más importante de la historia de nuestra democracia, pues las distintas alternancias entre PSOE y PP han sido más o menos conflictivas y desabridas, pero nunca estuvo en cuestión el régimen surgido de la Transición. Las tramas sistémicas de corrupción han puesto en evidencia la promiscuidad entre política y dinero, han roto el vínculo de confianza con la ciudadanía y han puesto de relieve la ineficacia del sistema institucional a la hora de combatirlas. No son casos aislados de personas que faltan a su deber, son redes organizadas que penetran y se extienden en partidos e instituciones (ya sea la de Gürtel y Bárcenas en el PP, los ERE andaluces del PSOE, o las tramas del Pujolismo en Covergencia i Unió, los tres ejemplos más sonados y en los que están incurso los partidos que han gobernado este País en democracia).Josep Ramoneda dice en El País que ha sido el soberanismo catalán y Podemos los que han desempolvado la mítica consigna del cambio. Y todos, salvo el PP, la han hecho suya. Cada cual la decanta a su manera: La psicológica (el cambio seguro que dice el PSOE), el reparto del poder (que dice Podemos), la dimensión virtuosa (el cambio sensato que dice Ciudadanos), y la rotura institucional (los soberanistas catalanes). La aparición de nuevos actores y la crisis del bipartidismo abren una campaña tan larga como incierta en este año electoral. Pero no hay cambio sin riesgo.La irrupción de Ciudadanos en la política española ha resultado curiosa, porque había nacido en Cataluña alrededor de un solo tema -la cuestión lingüística-, pero ha visto la posibilidad de dar un buen mordisco al PP con un discurso de centro liberal, sin lastre del pasado. Para mí es la marca blanca del PP. O, más bien, de la derecha española -con un buen apoyo financiero y empresarial- para ayudar a que siga gobernando el PP. Se esperaba que hubiera sido UPyD, pero no acaba de arrancar y tiene muchos conflictos internos. Además es la única posibilidad de salvar el statu quo frente a Podemos, que no viene sino que ya está aquí. En las tertulias políticas y en los cenáculos se habla ya de Ciudadanos como socio de una posible coalición de Gobierno con el PP y el PSOE.Sin embargo, la realidad, como escribía Giuseppe Tomasi di Lampedusa en su novela “El Gatopardo”, es que “algunos apelan al cambio para asegurarse que no cambia nada”, no es exactamente la misma frase, pero quiere decir lo mismo. Y en esa tarea cínica y falsa está colaborando muy especialmente el partido del “cambio sensato” Ciudadanos y su presidente Albert Ribera.

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