Europa está perdiendo su sentido por cómo utiliza los medios que, paradójicamente, se dio para preservar su sentido y sus objetivos. Sobre todo pierde los fundamentos o las razones últimas de su existencia como son, entre otras, el no humillar a los más débiles, el mirar más allá de los discursos chovinistas de cada Estado, la obligación de recuperar los valores humanistas e ilustrados de democracia, diversidad y solidaridad… Una solidaridad un tanto escasa con la crisis de los refugiados.Los refugiados vuelven a tocar las puertas de Europa y la única respuesta que reciben es el miedo. Pero no el miedo a un sistema que provoca el exilio económico de millones de seres humanos en Asía, África o América o el miedo a un sistema político y militar que provoca guerras calculadas. Europa tiene miedo a esos refugiados o solicitantes de asilo, niños, mujeres, adultos y viejos a los que, pese a todo, todavía les queda el brillo tenue de la esperanza.Quizás ese miedo a los inmigrantes, a los exiliados, a los que buscan refugio o asilo, tiene una sencilla razón, los inmigrantes no tienen miedo y nada que perder. O quizá porque aquí no hemos perdido los papeles como ellos, sino el norte, hemos perdido la razón de ser de la Unión Europea, y con ello la libertad, la igualdad y la fraternidad. Y hemos llenado el Parlamento Europeo y algunos parlamentos nacionales de neofascistas, racistas y xenófobos.Ahora, España y otros 11 países rechazan la propuesta de Bruselas de distribuir un mínimo cupo de demandantes de asilo entre los Estados, aunque tiene carácter obligatorio (Reino Unido, Irlanda y Dinamarca no participaron). Otros ocho Estados, encabezados por Alemania y Francia, aceptan el esquema, pero piden redefinir los criterios de reparto. La oposición española -y en menor medida la de Portugal- puede acabar echando por tierra la propuesta de la Comisión Europea.Ese grupo de 12 socios de la Unión ha conseguido bloquear la propuesta al menos hasta después de verano (28 de septiembre), para que cada país decida voluntariamente si acoge a los potenciales refugiados que lleguen a Italia y Grecia. El razonamiento es que la política migratoria depende de cada Estado miembro y la Comisión no puede imponer nada. Así que a esperar, aunque la crisis se hace cada día más insostenible para Italia y Grecia. Después se preguntan en Europa, de dónde han salido las capuchas del Estado Islámico y su escalofriante legión de adeptos.Dice el periodista y, sin embargo, amigo Juan José Téllez que a lo largo de los últimos treinta años, la única respuesta que hemos sabido formular desde nuestro país frente al suceso de la inmigración que venía llenando de cadáveres la fosa común de este mar nuestro, como es el Mediterráneo, fue la de la represión. Desde la palabrería del efecto llamada a las leyes de extranjería cada vez más restrictiva, la represión sigue provocando que en la Unión Europea haya, hoy por hoy, alrededor de doce millones de personas sin papeles. Esto es sin derechos. Esto es, sin deberes. Esto es, sin derechos a ser ciudadanos, sin derechos a ser personas. Así que, ¿cuándo los refugiados e inmigrantes tendrán derecho a tener derechos? En la era de los Derechos Humanos universales se tiene que luchar en muchas partes del mundo, incluyendo la Unión Europea, por este derecho a tener derechos. Refugiados y migrantes actualmente no tienen ningún acceso a un sistema funcional de protección jurídica ni en España ni en Europa a pesar de que están en su derecho.