El análisis político.Por: Ángel Luis Jiménez

IAM/ALJ Entre la primera votación de investidura de hoy y la del próximo viernes, o incluso en los dos meses de plazo que empezaran a correr en ese momento, queda suficiente tiempo para que PSOE y Podemos lleguen a un acuerdo. Otra cosa es que sea fácil.

 

El análisis político es una disciplina de las Ciencias sociales en general y de la Ciencia política en particular, que se encuentra siempre sometido a diferentes presiones. Pero también puede ser un sano ejercicio de opinión de manera cotidiana sobre la coyuntura política tan especial y de cambio que estamos viviendo.

Creo también que éste debería ser un hábito necesario y consustancial al ejercicio de la ciudadanía, por eso lo intento todas las semanas no sé si con acierto, pues eso no depende de mí sino del buen criterio de los lectores.

Al escribir pienso en el votante medio, que no presta una atención puntual día a día a la política porque tiene una vida propia que gobernar, pero acabará por escuchar en los medios que más de la mitad de los socialistas han votado el acuerdo con Ciudadanos y ocho de cada diez lo han apoyado.

Puede sentirse desconcertado porque ahora para muchos el problema está en ese respaldado sin entusiasmo o en los reproches de los mismos barones contrarios a negociar con Podemos en nombre de la unidad de España por el pacto con Ciudadanos y la supresión de la Diputaciones, esas fenomenales agencias de colocación de PP y PSOE.Seguramente tanto escepticismo le resulte tan intrigante como la innecesaria solemnidad de la firma del pacto PSOE-Ciudadanos.

Una cosa es que el votante medio sepa que votar junto al Partido Popular supone un problema para Podemos, y otra muy distinta es que le parezca bien que se les obligue a pasar por el aro. También le chocará el empeño del propio Sánchez por salir a “bailar pegados” con Albert Rivera cuando cualquiera sabe que el líder naranja actúa como un oportunista puro. Ciudadanos se parece cada vez más al jarabe de Mary Poppins, que cambia de color y de sabor para adaptarse al gusto de quien lo tome.

Con Rivera no cabe ni el amor, ni la lealtad. Pero así es esta coalición. A los dos partidos les une el interés, no la pasión. Y a la gente lo que le interesa de la política es que sirva para algo, porque cuando sirve para algo suceden cosas relevantes y se resuelven algunos de sus problemas.Respecto al PP, cuesta trabajo imaginar qué estará pensando el votante medio cuando, entre registro y registro de la Guardia Civil, le llegan noticias sobre la euforia que desata en sus filas el previsible fracaso de Sánchez y las grandes posibilidades concedidas a Rajoy tras el sábado 5 de marzo.

Tiene ese aire extraño de la alegría de los condenados a muerte cuando encargan su última cena. Así que aunque los protagonistas piensen lo contrario y crean que esas cuarenta y ocho horas serán el centro de nuestras vidas, el votante medio seguirá con relativo interés una investidura camino de convertirse en otra extenuante sesión de “y tú más”. A no ser que alguien se salte el guión y cruce las líneas para ofrecer un acuerdo cuyo rechazo resulte muy difícil de explicar.

¿Será posible ese salto de guión para que PSOE y Podemos lleguen a un acuerdo? Es posible incluso entre la primera y la segunda votación de investidura, que se celebrará esta semana, o incluso en los dos meses de plazo que empezarán a correr en ese momento. Otra cosa es que sea fácil.

La Constitución española no obliga al Rey a designar a otro candidato a Presidente del Gobierno inmediatamente después del fracaso de investidura de esta semana, puede esperar a que corra el tiempo para las nuevas elecciones o a que alguno de los líderes políticos acuda al presidente del Congreso a informarle de haber alcanzado un acuerdo suficiente. Solo en ese momento el Rey convocaría al candidato para anunciar su nombre en una nueva sesión de investidura.Sin embargo, para ese posible acuerdo hace falta capacidad negociadora, no solo en PSOE y Podemos, sino también en Izquierda Unida y Compromís, para idear alicientes y dejar más espacio a los argumentos de Podemos y PSOE.

A su vez Pablo Iglesias y Pedro Sánchez deberían analizar otra vez sus intereses y los de la gente. Y después buscar sin ira la manera de llegar a ese pacto de un Gobierno posiblemente débil, pero con un Parlamento sin duda fuerte.

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