José Hidalgo
Se venía venir y llegó: el PP instala la ley de la jungla en las relaciones laborales, al quedar todo el poder en manos de los empresarios.
Los trabajadores y sus organizaciones sindicales, hace tiempo que habían perdido el norte con actuaciones pactistas-acomodaticias a las circunstancias, olvidando su sentido formativo-reivindicativo en los tajos, fábricas y en la calle principalmente. Al más alto nivel organizativo, todo se sustituyó por negociaciones de parquet y un apoliticismo incomprensible en la creencia que en la sola acción sindical, y encima, de guante blanco, sería suficiente para mejorar la vida, en todos los sentidos, de la ciudadanía asalariada.
La mal entendida independencia de las ideas políticas de izquierda, con un rechazo a los partidos que pregonan esas ideas, ha llevado a la situación absurda e incomprensible, de que los trabajadores no tengan en ningún centro de poder decisorio fundamental para la sociedad, representantes directos. Ese posicionamiento oficial sindical, ha contribuido también, al apoliticismo de los trabajadores que han refrendado políticas que eran pregonadas desde la derecha, sin que fueran capaces de distinguir que estaban actuando contra sí mismos.
El replanteamiento de la acción de las organizaciones sindicales hoy, no debe recaer sólo en la parte sindical: tienen los trabajadores que encaminarse a la conquista de parcelas de poder político para una mejor defensa de sus intereses, creando sin pudor alguno, las organizaciones políticas, desde dentro de los sindicatos, que sean de menester para tal fin.
Conjugar la acción sindical con la acción política es, como decimos antes, de imperiosa necesidad para los trabajadores, sí queremos que, en un horizonte de unos cuatro años, la influencia del mundo sindical obrero en la esfera política, se note y se pueda empezar a revertir la situación tan injusta que actualmente nos acompaña.