NDH (IV): LUIS I DE ESPAÑA: “Rey Olvidado”

El príncipe había nacido en España (Madrid) en plena guerra de Sucesión. La fecha de su nacimiento marcó su nombre pues el 25 de agosto se celebra la festividad de San Luis IX el Santo

El natalicio del futuro rey fue toda una explosión de alegría en España pues, al menos, el príncipe Luís era español (el nacimiento del último rey en territorio español se remontaba a 46 años atrás en la figura de Carlos II).

Luis perdió a su madre, la reina, a la temprana edad de seis años y esos lazos de devoción se volvieron aún más fuertes cuando la figura del príncipe niño se vio injustamente olvidada por su padre, el rey, por una profunda crisis de viudez

Sin embargo, la vitalidad sexual de Felipe V unida a una concepción moral muy estricta hizo que el soberano buscara nueva esposa siete meses después de la muerte de la reina María Luisa Gabriela de Saboya. La elegida fue la hija del duque soberano de Parma, Isabel de Farnesio, que supo vender muy bien su “producto” envolviéndolo en un halo de humildad y dulzura que escondía perfectamente las verdaderas ideas ambiciosas de la futura esposa del soberano.

Cuando Isabel de Farnesio empezó a tener hijos con Felipe V comenzó a hacer planes sobre el futuro de los mismos, en un principio sus hijastros no le presentaban mayor problema pues consideraba, como así ocurrió, que podrían desaparecer. De hecho el infante Felipe murió a los seis años de unas extrañas fiebres. (no queremos apuntar desde esta página que Isabel de Farnesio tuviera algo que ver en la muerte del joven infante, aunque conociendo al personaje nada es descartable).

Sus amistades con algunos nobles españoles le posicionaron políticamente con el tiempo con el llamado “partido español” en pugna contra el “partido francés” de su padre y el “italiano” de la reina Isabel. Muchos historiadores españoles han querido ver que, de haberse consolidado su reinado, su política se hubiera decantado claramente por un gobierno pacífico y nacional, al gusto de lo deseado por el pueblo llano (como el que posteriormente tomaría su hermano Fernando), tratando de evitar el desbarajuste que supuso la segunda parte del reinado de su padre.

Felipe V y Felipe de Orleans, regente de Francia, decidieron que el heredero del trono español debía de casarse con la hija del segundo, Luisa Isabel que era bien conocida por su fama de mala educación, grosería y tozudez. Esta medida trataba de reforzar los lazos políticos entre España y Francia para evitar futuros conflictos.La boda tuvo lugar el siguiente 20 de enero, en la población de Lerma. Tras la ceremonia, banquete y baile se puso en funcionamiento una de las más absurdas costumbres españolas de la época; reyes, cortesanos y embajadores penetraron dentro de la alcoba nupcial para ver allí acostados a los novios, una vez observados la comitiva se despidió de ellos e iniciaron la retirada de los aposentos. La princesa Luisa Isabel es bien acogida por el pueblo español que espera que haga feliz a su amado “Luisillo”. Al príncipe se le nota enamorado, ajeno a las faltas de educación y saber estar de su esposa. En el verano de 1723, aprovechando el deseo de los monarcas, se consuma el matrimonio de los príncipes, pues hasta ese momento no había sido permitido por los reyes de España. Esto que puede parecer absurdo en los tiempos actuales se seguía al pie de la letra en tiempos anteriores. El mayordomo real y la camarera mayor eran los encargados de separar cada noche a los conyugues para evitar a que el matrimonio fuera consumado sin el permiso regio.Poco tiempo después se produce una situación que será determinante en el futuro del príncipe Luis. el 2 de diciembre muere el Regente francés, Felipe de Orleáns, le sucede en su puesto Luis Enrique de Condé, duque de Borbón (enemigo declarado de la Casa de Orleans), que de inmediato empieza a cuestionar sus alianzas con España de manera que los matrimonios ejecutados para sellar los pactos parece que van a desmoronarse.Sin embargo, un acontecimiento no esperado y un tanto particular evitará las posibles consecuencias que podrían haber ocurrido con el matrimonio del príncipe y el destino de Luisa Isabel de Orleans; la “confusa” abdicación del rey Felipe V.El 9 de febrero de 1724, y sin haber cumplido los diecisiete años, Luis I fue declarado rey. Los españoles le acogieron con una explosión de júbilo, lejos estaban de sospechar que su reinado no sobrepasaría los seis meses. Marañón dijo de él que: “… ha sido la más triste frustración de la Historia de España.”El 16 de agosto, el joven soberano se siente indispuesto al concluir su misa diaria, aunque se recupera rápidamente del incidente, cuatro días después vuelve a repetirse. Los reyes padres reciben esta carta del soberano: “Acabo de acostarme porque tengo reuma y esta mañana me aconteció un pequeño desvanecimiento. Ahora estoy mejor y ruego que Vuestras Majestades me consideren como su hijo más sumiso.- Luis”.Al día siguiente, los médico de Palacio observan una serie de manchas rojizas en la piel del rey. Se diagnostica una viruela benigna que no debe de poner en riesgo la vida del soberano. Finalmente, el 31 de agosto de 1724, a las dos y media de la madrugada, tras diez días de tremendos sufrimientos, moría en el Palacio del Buen retiro el Borbón más amado por su pueblo: Luís I de España. Contaba con diecisiete años y siete días de edad, y su reinado había durado ocho meses.

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