Abrió el acto de presentación Juan Emilio Ríos Vera, presidente del Ateneo José Román de Algeciras, expresando que “César no solo ha navegado por Internet buscando la exactitud de lo que nos dice, sino que se ha pateado las ruinas de nuestros cimientos, visitando centros de interpretación de los más importantes núcleos donde nació nuestra cultura, costeándose viajes por toda nuestra geografía, estudiando los enclaves señeros que modelaron nuestra sentimentalidad, desde los más cercanos, en nuestro Campo de Gibraltar: Baelo Claudia, Itálica y Santiponce, Carteya, las ruinas meriníes algecireñas, los rescoldos de Portus Albus y de Iulia Traducta, los abrigos y cuevas de Bacinete, La Laja Alta de Jimena de la Frontera, hasta hacerse un inventario del origen de nuestra civilización a lo largo y ancho de nuestras ocho provincias”.
“Ese trabajo de campo ha insuflado frescura, originalidad y vitalidad a su libro, pues nos habla con conocimiento de causa de todos los pueblos que habitaron nuestro rico terruño, desde los fenicios, romanos, vándalos, pasando por los escurridizos tartesos y recorriendo el periodo vital de los visigodos y los árabes, donde los andaluces teníamos nuestra propia lengua para entendernos, aquel mozárabe que nunca debió de perderse”, señaló.
El autor, por otra parte, expresó la dificultad de demostrar la nacionalidad histórica de Andalucía frente a la de Cataluña, País Vasco o Galicia, por no tener una lengua propia distinta del castellano y porque no tiene un Partido Andalucista fuerte que haya estado en el Parlamento a lo largo de la historia; aunque en 1835 la Junta Central de Andalucía constituida en Andújar con carácter andaluz y soberano se presentó bajo la forma de órgano confederal como respuesta a la amenaza carlista y frente al poder central reflejando la identidad del país andaluz.
“La revolución burguesa de 1868 arrastró al campesinado y proletariado andaluz agobiado por la crisis de subsistencia y la concentración de tierras en manos de la oligarquía agraria. La revolución arranca en Cádiz y la euforia en las ciudades andaluzas contra el agotamiento de la monarquía borbónica es inefable. Por primera vez ondeaba en el campo andaluz la bandera roja. A lo largo de la Historia Contemporánea la burguesía andaluza federalista ha buscado una Andalucía Libre a través de ciudades confederadas (reconocimiento de la libertad de prensa en la Junta de Córdoba) a su vez federada con los restantes pueblos de la Península en una Unión Ibérica. El cantonalismo de 1873 y el Proyecto de Constitución de Andalucía de 1883 afirmaban la soberanía de Andalucía y la posibilidad de formar parte por libre decisión de una Federación Hispánica”, detalló.
Asimismo, apuntó que “la Constitución Andaluza de Antequera de 1883 es avanzada en derechos sociales, igualdad de género, laicismo, enseñanza pública y gratuita, etc. El Manifiesto cordobés de 1919 se produce en el contexto de la Revolución Soviética con fuertes ofensivas obreras y campesinas y afirma en medio de la crisis política y económica del gobierno de Alfonso XIII que Andalucía es una realidad nacional y que la España uniformista nació muerta porque se fundó sobre la negación de los jugos vitales de las nacionalidades hispanas”.
El autor de la obra expresó que en el solar que ocupa hoy Andalucía se produjo en cada etapa de la historia el máximo nivel de desarrollo cultural y tecnológico que se podía alcanzar durante la Protohistoria, la Edad Antigua y la Edad Media.
Blas Infante reflejó en sus escritos que tanto Tartessos, como la Bética y Al-Ándalus eran culturas directoras, originales e innovadoras; con estas tres potencias- donde existió una continuidad entre ellas- Andalucía alcanzó el máximo esplendor político, cultural y social que una sociedad podía alcanzar en aquellas épocas. Tartessos fue la inventora de la Edad del Bronce; la Bética recibió de Roma un trato de potencia a potencia -Andalucía era la hija predilecta de Roma- y Al-Ándalus fue el primer Renacimiento en Europa tanto en la etapa imperial como durante el período independiente del Califato de Córdoba incluso con los reinos de Taifas (Alcázar y Gran Mezquita de Sevilla, Alhambra de Granada, al-Binya o al-Bunya en Algeciras). Los símbolos de Andalucía (bandera, escudo e himno) reflejan estas tres culturas de la Protohistoria, la Antigüedad y Edad Media: Heracles-Hércules o Melkart simbolizando a Tartessos; bandera evocando Al-Ándalus; la letra del himno dando un repaso a varias etapas históricas de Andalucía. El suelo de Andalucía fue una de las cunas de la Civilización antigua, el asentamiento habitado en forma de Estado organizado más antiguo de Europa (Tartessos, fenicios o tirios y turdetanos en el Bajo Guadalquivir, Aljarafe-Doñana- Sanlúcar-La Algaida; los Marroquíes Bajos y Cástulo en Jaén con la ciudad en círculos concéntricos y sistemas hidráulicos prehistóricos y la muralla del periodo Calcolítico o de la Prehistoria a la Edad del Bronce y con las minas respectivamente; las brillantes culturas de los Millares y el Argar en Almería, ambas ya metalúrgicas). De la bruma de la Mitología, surge en Tartessos el fundador Melkart o Hércules, el vencedor del Gigante Gerión; la antiquísima Andalucía que se desarrolla en la fértil ribera del río Tartessos como eje civilizador y su lago Lingustino que luego se llamó Oleum Flumen o Betis y Río Grande o Guadalquivir.
César Alfonso Viñas habló también de mitos que se habían surgido en Tartessos pero fueron adoptados por los griegos y apropiados por esta cultura al ponerlos por escrito. En cuanto al secuestro de la nacionalidad andaluza se refirió a los ingleses operando en la Andalucía del siglo XIX a través de Gibraltar y las bases imperialistas de la OTAN en nuestro suelo.
También habló de la cueva de Gorham en Gibraltar, que fue un santuario dedicado a Hércules y que tiene inscripciones proto rúnicas grabadas por el Cromañón y no el Neandertal. Además, sobre la provincia de Cádiz dijo que en la Protohistoria estaba formada por islas y que los yacimientos ocultos bajo tierra de Mesas de Asta y el complejo bodeguero más antiguo de Europa eran muy importantes y que duermen el sueño de los justos.