El actor Quique San Francisco realiza un repaso “ácido y gamberro” de los cambios sociales de los últimos diez años en el monólogo ‘la crisis según San Francisco’, que se estrena este viernes en el Teatro Maravillas de Madrid.”Nunca he visto una España tan triste y desalojada”, ha manifestado el humorista este lunes, en declaraciones a Europa Press. Este montaje recupera los mejores momentos del original estrenado 2001, ‘La vida según San Francisco’, e incorpora los cambios que han llegado a la sociedad desde entonces.Según critica el actor, nunca ha vivido en este país con “menos libertad”, ni en el momento en el que vivió con Franco, ni en ningún gobierno de UCD o de “Felipe y sus mariachis”. “He pasado por la dictadura, pero ahora vivimos una dictadura de la mayoría, el crimen legalizado”, lamenta.”Nadie pudo prever que algo así iba a ocurrir tiempo después, no éramos visionarios”, apunta el actor. En concreto, han pasado 12 años desde aquel estreno, llenos de cambios sociales y hoy en día el país se encuentra en “uno de los momentos más tristes”, señala.Así, en 2001, no había Facebook ni Wassap, el teléfono más deseado era el Nokia 3310 y aún se pagaba en pesetas. Además, tampoco había crisis, ese estado al que San Francisco pretende “dar la vuelta” para conseguir contagiar de risa a todos los asistentes al teatro.LA PÉRDIDA DE LA ALEGRÍA”Han conseguido que este pueblo pierda hasta la alegría. Conseguir que los ciudadanos pierdan hasta el sentido del humor es patético, hay que hacerlo bien, ser muy profesional”, lamenta irónico el actor.Por ello, este monólogo trata de recuperar el ánimo, ya que, señala San Francisco, “la vida con sentido del humor es mucho más agradable”. “Lo que voy a intentar es que al menos nos riamos. ¿Qué nos queda? El pataleo”, señala. Sobre las tablas, Quique va a estar acompañado por Alfredo Díaz, quien aparecerá en escena antes que San Francisco para contar momentos “complicados y duros” como “no aparecer en el cartel, cuidar a niños pequeños o empezar un régimen”.”Las cosas han cambiado mucho”, afirma Díaz. Por ello, en esta obra se invita a la “reflexión” y se persigue ante todo el humor “con pequeñas dosis de mala leche” con el único objetivo de reirse “de principio a fin”.