El ‘Svalbard Global Seed Vault’ (Bóveda Global de Semillas de Svalbard) es una enorme despensa subterránea de semillas de miles de plantas de cultivo de todo el mundo. Está situado cerca de Longyearbyen, a medio camino entre la Noruega continental y el Polo Norte. El proyecto, ideado en 1980, pero llevado a cabo a partir de 2007, está financiado por el Gobierno de Noruega y mantenido por el Global Vrop Diversity Trust para asegurar la “protección permanente de los alimentos del mundo” y evitar “una futura pérdida de la diversidad”. Terremotos, bombas núcleares… el búnker está construído para resistir al paso del tiempo y a las catástrofes tanto naturales como provocados por el hombre. Su mote, “Bóveda del fin del mundo” (Doomsday Vault) da buena cuenta de ello. Según explica ‘Global Crop Diversity Trust’ en su página web, esta bóveda “garantizará durante siglos millones de semillas representando cada variedad de cultivo importante disponible en el mundo hoy”. Su funcionamiento tiene mucho en común con el de la caja de seguridad de un banco: el banco es propietario del edificio y el depositante es dueño del contenido de su caja. En este caso, Noruega es la propietaria de la instalación y los bancos de germoplasma que envían las semillas son dueños de éstas, no hay transferencia de propiedad. Los depositantes son los únicos responsables de las semillas y nadie más puede tener acceso a ellas. La bóveda de semillas ‘Svalbard Global Seed Vault’ le cuesta anualmente al estado noruego unos 300.000 dólares, en los que colabora también la Global Crop Diversity Trust, que incluye empresas y fundaciones. Este último también ayuda con la preparación, envasado y transporte de muestras. Según la Global Crop Diversity Trust, este proyecto es un “elemento esencial de un sistema racional y seguro para la conservación de la diversidad de cultivos”. “Después de todo, todo buen sistema necesita una copia de seguridad”, apunta.