IAM/DAVID SAN JOSÉ Hay muchos tipos de lágrimas… de tristeza, impotencia, rabia, alegría, dolor. Sea como fuese, estaba claro cómo iba a terminar el partido de la Rosaleda… en lágrimas. Pero esta vez fueron lágrimas de alegría, de grandeza. Y es que cuando se trata de un equipo humilde, poco acostumbrado a triunfos tan enormes, los sentimientos son incontenibles, salen solos.
Y eso que no pintaba bien el encuentro al principio. El Oporto salió a por todas, presionando muy arriba, encima del Málaga. Parecía un ‘déjà vu’ del partido de ida, con los portugueses haciendo gala de su físico espectacular. Pese a todo, no daba sensación de peligro, a penas un disparo escorado de Danilo fue lo más peligroso de los visitantes en la primera media hora.
Fue precisamente eso, 30 minutos lo que duraron las apariencias. De buenas a primeras, como si de una pájara se tratara, el Oporto pareció sufrir un repentino bajón físico. El Málaga olió a sangre y no lo dudó un instante. Como si de un cruel depredador se tratase, fue al ataque por oleadas. Avisó Antunes con un potente disparo desde fuera del área y le siguió un gol anulado a Saviola. Parece que el árbitro observó falta de Baptista sobre Helton, cuando en realidad el único que fue empujado fue el carioca.
Inoportuna decisión que no acusaron los de Pelegrini. La ambición de este equipo no tiene techo y, tan sólo tres minutos después, el genio salió de su lámpara. Había pasado desapercibido durante toda la primera parte, a penas tocó el balón, pero es que los magos son así… parece que no están, pero siempre están y esta noche le coronarán Papa de Málaga en los bares de la ciudad. Francisco Alarcón ‘Isco’ recogió un balón en el pico derecho del área grande, recortó para ponérsela a su mágica zurda y dotó al esférico de una rosca que sólo los elegidos son capaces de crear. Helton sólo pudo recoger el cuero del fondo de las mallas.
Los de Pereira estaban KO, pedían el descanso a gritos y les salvó el ´gong’ del primer asalto. En el intermedio, los portugueses tomaron aire y pretendían recobrar fuerzas para jugar al Málaga como en el partido de ida, como en la primera media hora. Sin embargo, no les esperaban buenas noticias… el otro genio todavía no había aparecido y estaba a punto de hacerlo. Tan sólo corrían cuatro minutos cuando Joaquín le armó un lío a Defour y éste se vio obligado a derribarle. Segunga amarilla, el Oporto tendría que afrontar el resto del encuentro con 10 jugadores.
Era lo que faltaba para que el Málaga tocase las trompetas de guerra, se fue a atacar con el séptimo de caballería. Toulalan, Iturra y Wellington se encargaron de que los de arriba no se tuvieran que preocupar de nada más que del gol. Excelso el partido de estos tres.
De nuevo Isco estuvo a punto de hacer el segundo, pero su disparo, muy forzado, se estrelló contra el lateral de la red. Una vez más, Pellegrini dio con la tecla y retiró a Baptista, lastrado por sus problemas físicos, para dar entrada a Santa Cruz. Los andaluces sacrificaban calidad para ganar capacidad goleadora.
Y es que Santa Cruz es un jugador mediocre fuera del área, pero dentro de él es sinónimo de gol. Y eso fue lo que sucedió. Isco, siempre Isco, bota un córner con destino cabeza de Santa Cruz. El testarazo, lejos de ser ortodoxo, significaba el gol más importante de la historia de este humilde equipo.
El sueño estaba al alcance de la mano. 12 minutos, 720 segundos para la felicidad más absoluta. Había que darlo todo y Pellegrini demostró lo que ha hecho de este fantástico grupo. Encerrarse es de cobardes y el Málaga siguió presionando en el mismo área de Helton.
El partido aun no se ha acabado, mucho me temo que durará toda la noche y se jugará en las calles de Málaga. Disfrútenlo porque esto es muy grande. ¡El Málaga está entre los ocho mejores equipos de Europa!
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