Cualquier salida de tono, cualquier escaramuza diplomática, cualquier demostración de fuerza trasnochada por alguna o por todas las partes en conflicto, tienen siempre una consecuencia directa, inmediata y negativa en la personas sencillas y trabajadoras que viven y, lo más importante, conviven, a ambos lados de la Verja.En torno a 10.000 personas españolas y 2000 de otros países comunitarios cruzan la frontera a diario para acudir a su puesto de trabajo, sin contar a quienes visitan la Roca por ocio o para visitar a sus familiares.
También un número importante de gibraltareños y gibraltareñas residen en la comarca o acuden a ella con frecuencia a realizar esas mismas actividades, con total normalidad, como cabe esperar de pueblos vecinos que comparten historia: la de una comarca próspera que se beneficiaba de la pujanza gibraltareña, la de un cerrojazo que mutiló la economía comarcal y sembró la simiente del rencor, del recelo y del desconocimiento.Soluciones consensuadas para problemas compartidos es la demanda histórica que a lo largo de los años ha presidido las relaciones del movimiento sindical de uno y otro lado de la verja. Poner los intereses de las personas por encima de las denominadas “políticas de Estado” o de otros intereses no siempre explicitados, -que hemos pagado muy caro la ciudadanía gibraltareña y campogibraltareña-, así como la defensa de la convivencia de dos pueblos vecinos, han definido la cooperación de varias generaciones de sindicalistas de Gibraltar y de la comarca.
En los últimos tiempos venimos asistiendo a una nueva escalada de la tensión de las relaciones entre los gobiernos, cuyas consecuencias más inmediatas han sido el traslado a la ciudadanía de medidas que complican su vida cotidiana y el anuncio de otras que pueden llegar a repercusiones difícilmente predecibles para el empleo, la calidad de vida y las relaciones sociales de esta zona del sur de Europa, que se supone, toda ella, territorio comunitario.
Ante todo ello, el movimiento sindical de ambos lados de la frontera, representado por los sindicatos CCOO, UGT y UNITE, asumiendo una vez más sus compromisos y sus responsabilidades, ha acordado suscribir el presente manifiesto y dirigirse a la sociedad en general y a los responsables políticos en particular para trasladar las siguientes consideraciones:
• Trasladar a los responsables gubernamentales nuestro llamamiento al diálogo político y al imperio de la cordura; desterrando la provocación y la confrontación como elementos de relación política entre Estados que se denominan amigos, socios y aliados.
• Reiterar la apuesta de la clase trabajadora y de sus organizaciones representativas por la convivencia: queremos que nos dejen vivir como vecinos y lograr el desarrollo socioeconómico de una zona en la que la cooperación es pieza clave para el desarrollo de sus potencialidades de crecimiento y generación de empleo y riqueza.
• Sostener nuestro rechazo a las políticas de confrontación, vengan de donde vengan y se hagan en nombre de quien se hagan, por considerarlas fracasadas e históricamente superadas.
• Reclamar la agilización de un acuerdo dialogado que permita compatibilizar las sostenibilidad ambiental y la biodiversidad de las aguas que rodean el Peñón con la tradicional explotación pesquera de las mismas. Parece momento de recordar que en uno de los mayores conflictos sociolaborales vividos en nuestra comarca, el conflicto pesquero a finales de los ochenta, no hubiera sido posible de sostener en el tiempo sin la ayuda de las organizaciones sindicales gibraltareñas, que aprovisionaron los barcos desde Gibraltar para que pudieran mantener su legítima lucha por unas mejores condiciones de trabajo. Una ayuda crucial que nuestros compañeros y vecinos nunca cobraron y que siempre agradeceremos.
• Constatar que la sociedad gibraltareña y la campogibraltareña no pueden permitirse el lujo de volver a pagar los platos rotos de unas políticas que se dictan al margen de los intereses ciudadanos y en nombre de unas políticas de Estado que ni comprendemos, ni aceptamos, ni estamos dispuestos padecer nuevamente.
• Hacemos un llamamiento a la ciudadanía a no caer en trampas y provocaciones y a mantener la convivencia propia de dos sociedades maduras y democráticas en el siglo XXI. Más allá de las proclamas en nombre del orgullo patrio, la clase trabajadora bajo cualquier bandera lo que precisa son gobiernos honrados, que gestionen el interés general con talento y prudencia, y que busquen siempre acuerdos provechosos para la prosperidad de los pueblos.
Cualquier otro empeño, en momentos en los que la sociedad está pasando tan serias dificultades, es una frivolidad que habrá de pasar factura electoral a sus instigadores.