Relata su viaje desde Nigeria a Algeciras hasta ser vendida en Sevilla para la prostitución

IAM/Redacción. Una mujer nigeriana víctima de la red de trata de seres humanos con fines de explotación sexual ha declarado como testigo protegido y ha relatado su periplo desde Nigeria a Algeciras, hasta ser vendida para la prostitución en Sevilla.

 

La joven tenía 19 años cuando salió de su país en febrero de 2009, donde vivía en situación de pobreza con su abuela y cinco hermanos, con “un hombre que traía mujeres a España”.

Su destino era Italia pero “me abandono en Libia cuando supo que yo estaba embarazada”, algo que ella desconocía.

En Libia vivió mendigando en una casa abandonada hasta que pudo llamar a su familia a Nigeria y su tío le puso en contacto con un amigo en Libia, con el que vivió a cambio de dinero que le mandaba a su familia hasta que “un día me echó” porque cada vez pedía más.

Entonces vivió en casa de otro hombre al que pagaba un alquiler y que le dijo que conocía a alguien que llevaba a mujeres con bebés a Marruecos para desde allí entrar a España.

Vijó en coche a Argelia el mismo día en que dio a luz a su hijo, en noviembre de 2009 y en la frontera fueron detenidos y encarcelados, hasta que un día sacaron a los nigerianos de prisión en un camión “y nos bajaron en un lugar abandonado”.

En un coche de las redes que trasladan a inmigrantes irregulares llegó a Tanger junto a otras 6 mujeres con bebés, donde fueron repartidas en distintas casas.

“Nos habían vendido”, ha explicado por videoconferencia a preguntas de la fiscal -que pide para los tres acusados 10, 9 y 8 años de prisión respectivamente por trata de seres humanos en concurso con prostitución coactiva y organización criminal-.

A su vez, la persona que se encargaba de ellas en Tánger “nos vendió a la persona que nos compra en España” y tras tres meses allí, un día la llevaron a coger una patera para Algeciras, a donde llegó “el 13 de agosto de 2010”, y le dieron un móvil al que la iban a llamar quienes la recogerán allí.

Pasó una noche en el centro de Cruz Roja y la llamaron para recogerla al día siguiente en un coche en el que iba uno de los acusados, Víctor, y el marido de una de las acusadas, Lovet (en prisión preventiva desde enero de 2017) -su marido fue expulsado a su país-.

A unas chicas las llevaron a casa de Víctor y su mujer -también acusada- y a ella y otras a casa de Lovet y su marido, ambas viviendas en localidades de la provincia de Sevilla.

Allí le explicaron que tiene siete días para destetar a su bebé y empezar a ejercer la prostitución para pagar una deuda de 38.000 euros, que cada domingo abonaba con lo que sacaba, además de pagar 500 euros al mes a Lovet por cuidarle a su hijo cuando trabajaba.

“Sólo me dijo es trabajar y puedes comprar comida a tu hijo o dejarlo morir”, ha relatado.

La dueña de la casa también les pidió que la avisaran cuando les llegara la regla y cogió una compresa manchada de cada joven, vello púbico y restos de uñas que ató todo junto y las amenazó con hacerles “vudú” si dejaban de pagar.

“No tenía opción, es trabajar o hacerme algo porque ya tenían mi regla y no me pueda pasar algo porque tengo un niño”, ha añadido nerviosa.

En Sevilla la Policía la paró “muchas veces” en el polígono en el que ejercía la prostitución para pedirle la documentación y la última vez dictaron una orden de expulsión en 15 días y un día que trabajó, las otras chicas volvieron “diciendo que la Policía había preguntado por mí con una foto” y la acusada la “echó de casa”.

Se fue a vivir con una amiga a Málaga pero volvió a Sevilla para trabajar de camarera y alquiló una habitación sola con su hijo.

Estando en Málaga la llamó la cuñada de Lovet diciéndole que “Lovet no era mi dueña, que era ella” y en Sevilla le seguía reclamando el dinero y le dijo que se fuera a Galicia, donde entró a trabajar en un club de alterne en febrero de 2012, y siguió pagando tanto a esta mujer como a Lovet hasta 2016, incluso después de haber puesto una denuncia en la Policía, en noviembre de 2015.

La defensa de Lovet, que ejerce el abogado Francisco Aureliano Mozo Alarcón, le ha preguntado si la Policía le informó de al colaborar podría obtener permiso de residencia y ha dicho que sí, pero ha negado haber contado su historia a nadie antes ni consumir alcohol o haber tenido peleas con trabajadores y clientes del club.

El abogado de Víctor y su mujer, Enrique Guevara, la ha interrogado sobre si conocía que ambos también pidieran dinero a las chicas que vivían en su casa y ha dicho desconocer detalles.

El juez, José Manuel de Paúl, le ha preguntado si cree en el vudú y la testigo ha manifestado que “no creo en ello pero sé que funciona porque mi madre lo hace”.

También han testificado hoy varios policias mientras que el juicio seguirá el lunes con los informes de las partes.

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